18 Dec La libertad de la condenación

Yo quiero que tú entiendas en el día de hoy que la libertad que el Espíritu te provee es la libertad de tu alma, la libertad de tu conciencia, la libertad que hay en tu interior, en tu ser. 

Hermano, si usted y yo somos espíritu y vivimos en un cuerpo y tenemos un alma, tenemos que estar claros para dónde va el cuerpo. La Biblia dice que el cuerpo va para la tierra, punto y se acabó. Cuando usted se muera, no importa si lo creman o si lo entierran, usted termina en el mismo sitio: en el cuerpo, en la tierra. ¿Su espíritu para dónde va? Su espíritu va para donde Dios, quien lo dio. Eso es lo que dice la Biblia. 

Pastor, ¿pero buenos y malos? El espíritu tiene que volver al que lo creó. ¿Qué es lo que se pierde? El alma se pierde. ¿Qué es lo que se condena? El alma se condena. ¿Qué es lo que va delante de la presencia de Dios? Tu alma transformada, tu alma renovada, tu alma cambiada. Es ahí donde está la perdición o la salvación, por eso es que tú y yo, los que somos libres en el alma y no me quiero adelantar, no esperamos a vivir en el cielo un día. 

El cielo lo vivimos aquí en la tierra, porque mi alma ha sido librada de la condenación y ahora sé que no importa cuántos errores cometa, si vivo en el espíritu, como quiera mi alma se va a encontrar con el Salvador, porque no es por mi fuerza, es por el espíritu de Dios que está en mi vida, que yo tengo la promesa de presentarme delante de Dios. 

Y sé que lo que estoy diciendo es complicado para algunos, porque enseguida van a hablar y poner el sello de salvo siempre salvo y van a hablar de que el libertinaje y van a hablar de todo ese asunto, pero la realidad es que la palabra hay que predicarla y la verdad es la verdad. 

El día que tu alma ha sido despertada a la realidad de quién es Cristo en tu vida, de quién es Él en tu vida, y el Espíritu Santo te recuerda: tú eres una nueva criatura, tú eres un hijo de Dios. Fallaste, pero sigues siendo hijo de Dios. Cometiste un error, pero todavía sigues siendo hijo de Dios. Tú eres un hijo de Dios, levántate de ese lugar, levántate de esa situación, levántate de ese sitio en el que tú estás. Esa es la persona que puede ser transformada. 

Aquella persona que su alma no ha sido despertada a la realidad de que puede vivir en la libertad que solo Cristo le puede dar, sigue en pecado, en pecado, en pecado, en pecado, en pecado, en pecado. No tiene posibilidad de salir del pecado, sigue en el círculo vicioso porque su alma no ha sido despertada a la realidad de que puede vivir en la libertad que solo Cristo le puede dar y esa es la labor del Espíritu Santo, recordarle a tu alma que alguien pagó el precio por ti en la cruz del Calvario y que ninguna condenación hay para los que están en Cristo. 

Dime de lo que soy responsable y si hice mal, me arrepiento y si tengo que corregir algo, me arrepiento pero condenado, nunca, condenado, jamás. Y vivir en esa culpa y en esa condenación, hermano, jamás en mi vida y hoy, si algo usted tiene que recibir en esta noche de la obra del Espíritu Santo en su vida, es que cuando Él le convence de pecado, lo hace para arrepentimiento y no viene condenación con el arrepentimiento o con el convencimiento, porque la condenación la llevó Cristo por ti y por mí en la cruz del Calvario. 

Hay gente en el día de hoy que se les hace difícil vivir una vida de cristiano y hay gente que a veces desean nunca haberse convertido. Te diré, pastor, ¿pero por qué? Nadie que está aquí puede negar que un alma despierta y cuando tú has despertado y estás consciente de lo que has hecho, de lo que hiciste, de lo que haces, tu mente tiene que luchar con eso, tu mente tiene que trabajar con eso. A veces la gente prefiere vivir en la oscuridad.