27 Nov La presencia y la persona

¿Recuerdas lo que pasó cuando Moisés bajó del monte con las tablas que Dios hizo? Se encontró con que el pueblo se había apartado de Dios y rompió las tablas. Entonces tuvo que subir otra vez al monte, pero esta vez él mismo hizo las tablas. Sin embargo, las tablas de la ley sin la presencia de Dios no eran nada. Así que cuando llegó al monte, Dios se le manifestó y le mostró su gloria. Entonces Moisés tuvo dos cosas: las tablas y la presencia. Al ver las tablas, se dio cuenta de que si solo dependían de ellas, el pueblo estaba perdido. Pero al ver la presencia de Dios, escuchó su nombre: Jehová, fuerte y misericordioso. Así Moisés conoció otra faceta de Dios, su reacción a las leyes que él mismo le había dado.

En Éxodo capítulo 40, versos 35 al 38, leemos lo que ocurrió después:

Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba. Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas.

Aquí vemos que finalmente se cumplió el deseo de Dios de habitar en medio de su pueblo. Pero no todo el pueblo tenía relación con Dios, solo el sumo sacerdote podía entrar al lugar santísimo. El resto del pueblo disfrutaba de la presencia de Dios desde lejos, y seguía sus movimientos. Cuando la presencia se movía, todo el pueblo se movía. Cuando la presencia se quedaba, todo el pueblo se quedaba.

Lo más poderoso de la presencia de Dios es esto que te voy a decir: hay dos maneras en que se conoce al pueblo de Dios, la que nosotros queremos y la que Dios quiere. A veces queremos que el pueblo y el mundo conozcan al pueblo de Dios por las tablas de la ley. Queremos ser la gente más estricta y gobernar al mundo por la ley. Y aunque Dios le dio las tablas de la ley al pueblo de Israel para hacerlos una nación diferente, no gobernada por las mismas reglas que el mundo, Dios no quería que el pueblo de Israel fuera conocido por los diez mandamientos. Dios quería que el pueblo fuera conocido por la presencia. Porque el mundo no iba a entender los diez mandamientos, pero sí iban a entender la presencia de Dios.

Los creyentes vivimos de la presencia, siguiendo los mandamientos. Pero para el mundo, lo que el mundo ve es la presencia. Y yo no puedo meterle al mundo los diez mandamientos si no conocen la presencia. Porque tienen que conocer la misericordia de Dios primero, para que después entiendan los mandamientos. Y el mundo nunca entenderá por qué tú y yo vivimos lo que vivimos, o por qué actuamos como actuamos. Pero sí tendrán que reaccionar a la presencia de Dios.

Y déjame sugerirte que no son otros cristianos los que deben reaccionar a la presencia de Dios en tu vida, es el mundo el que debe reaccionar a la presencia de Dios en tu vida. Porque la marca diferente sobre ti y sobre mí en este mundo es que cuando yo entro, no entro yo, entra el espíritu de Dios conmigo. Y la presencia de Dios arropa ese lugar.