03 Oct Descubre cómo despertar el verdadero amor de Dios en tu vida

Ahora, la pregunta es: ¿cómo llegamos a esa libertad verdadera? ¿Qué es lo que tiene que pasar en nuestras conciencias? Tiene que haber un grado de madurez donde despertemos al verdadero amor de Dios, donde despertemos al amor de Dios. 

La pregunta es: ¿quién determina si maduré? El padre. El padre es el que señala el tiempo en que tú maduraste. Y la pregunta es: ¿qué es madurar? Madurar es cuando no me tienen que obligar a hacer lo que tengo que hacer de corazón porque ya lo decidí. Eso es madurar.

¿Cuál es mi meta con mis hijas? Bien sencillo: que todo lo que yo las obligué a hacer un día lo hagan de corazón. ¿Cuál es mi meta como padre y cuál es mi mayor gozo hoy con mis cuatro hijas? Especialmente con las dos mayores, porque hoy ejercen su libre albedrío en muchas cosas. Que yo las obligué a venir a la iglesia; yo las obligué a sentarse en esos bancos; yo las obligué a estar en todos los cultos; las obligué a estar en todas las reuniones; las obligué a diezmar; las obligué a ofrendar; las obligué a orar; las obligué a leer la Biblia; las obligué a comprar libros y estudiar y leer libros de todas clases; las obligué a trabajar cuando eran niñas, porque no le puedo dar más nada si no son maduras y como niñas eran esclavas.

Pero ¿cuál es mi mayor disfrute hoy? Que cuando veo a mis dos hijas mayores casadas ya yo no tengo que decirles: “Vístete para que vayas a la iglesia”. Ya yo no tengo que decirles: “¿Fuiste a la iglesia?” “¿Diezmaste? ¿Estás trabajando?” “¿Estás leyendo algún libro?” No. Ahora son ellas las que me dicen: “Salí de la iglesia hoy. Canté hoy. Hice esto hoy. Prediqué esto hoy. Compré este libro, papi. Mira lo que aprendí aquí. Mira lo que aprendí allá”. Y hoy ya no son niñas y como no son niñas, no son esclavas. Ya no hay nadie que las tenga que obligar a hacer lo que hacen de corazón porque ya no tienen que usar la fuerza externa para someter su fuerza de voluntad.

Por eso es que tú no necesitas religión para agradar a Dios porque toda religión te trata como un niño y Dios no quiere niños, quiere hijos. Y los hijos hacen lo que hacen de corazón porque aman a su padre, el padre los ama a ellos y les da todo lo que tienen. Por eso, no vuelvas a la esclavitud, vive en la libertad de los hijos de Dios.

Religión es tratar de someterte de afuera hacia adentro, lo que Dios quiere es que tú te sometas de adentro hacia afuera, porque un día tú debes decidir la única decisión que toda persona debe tomar en su vida, que es con su libre albedrío: agradarle a Dios. Y cuando tomo eso, ya soy libre, porque todo lo demás ya está escogido, todo lo demás ya está seleccionado. Ya yo no tengo tanto problema en la vida. 

Lo único que tengo que escoger es dónde voy a trabajar, lo único que tengo que escoger es qué voy a comer, porque lo demás ya está: ya la tentación desaparece, ya el engaño desaparece, ya la corrupción desaparece. Ya no hay esta cosa como que me tentaste; yo decidí. No hay tal cosa como decidir no ser corrupto. Todo el que piensa que la decisión es no ser corrupto está mal, porque serás preso de tratar de huir y de obligarte de algo que te van a ofrecer un día. ¿Y cuál es la decisión? Servir a Cristo y si sirvo a Cristo, no hay opción para la corrupción.