28 Aug Enciende la llama de tu vida

En Éxodo capítulo 33 vemos cómo Moisés tuvo que poner afuera el tabernáculo. Hay una expresión muy bonita que quiero compartir contigo hoy sobre esto. 

Mira lo que dice en el verso 8: “Y sucedía que cuando Moisés salía al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda y miraban en pos de Moisés hasta que él entraba en el tabernáculo. Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo y Jehová hablaba con Moisés”. 

La columna frente a la puerta era para que nadie entrara. Nadie podía entrar y todo el mundo veía el espectáculo, todo el mundo veía a Dios hablar con Moisés. Y hay gente así hoy en día que siempre va a estar mirando a aquello lo que hablamos con Dios. 

Hay gente que la única experiencia que tienen de Dios es lo que tú y yo les mostremos, porque ellos no están dispuestos a caminar fuera de la ciudad, hacer el sacrificio que se tiene que hacer para encontrarse con Dios día a día. Cuando Moisés dice en el verso 10: “Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba”, sí, pero adoraban desde la tienda. Hay gente a la que le fascina adorar desde la tienda, adorar desde afuera, no servir en la casa de Dios, no hacer absolutamente nada, simplemente desde lejos adoran a Dios. 

Esas son las personas a las que se les ha prometido: “Vas a entrar a la tierra prometida, pero yo no voy contigo, porque si voy contigo, con la actitud que tú tienes, el fuego que hay en mí te va a matar”. Por eso es que Dios dice: “Tendré misericordia de quien tendré misericordia”. Así que tú tienes que arriesgarte si te acercas y te quemas, ese es tu problema. 

En el verso 11: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. Y él volvía al campamento, pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo”. El único que permanecía allí 24 horas al día era Josué. No obstante, sabemos por qué Dios le dio a él la tarea de entrar a la tierra prometida con el pueblo y probablemente Josué era el único que podía entrar allí. 

Fíjate que no era Aarón. Aarón no podía estar allí y Aarón era el sacerdote. Era Josué, un guerrero, pero fue el único que no adoró el becerro de oro, porque estaba en el monte con Moisés. 

Dios no puede poner a la puerta del templo a nadie que haya adorado el becerro de oro. No digas que cuidas de la presencia del Señor si has estado bailando con los demás y  algunos se rieron porque fueron a los conciertos por aquí en estos días. No vengas a decir que vienes aquí a danzar luego de bailar allá afuera porque el único que puede permanecer en el tabernáculo sin ser consumido es aquel que nunca ha adorado el becerro. 

Pero nuestra sociedad no entiende eso y Dios quiere conectarse con nosotros. Dios quiere conectarse contigo y Dios quiere conectarse con nosotros.

Hay una actitud muy importante que tenemos que tener clara hoy, porque para poder comprender lo que Dios quiere mostrarnos con esta actitud de Moisés de poner fuera el templo para que el pueblo tuviera que salir, se requiere de nosotros una actitud espiritual y emocional que no todo el mundo comprende y que necesita un poco de explicación para poder ver una diferencia muy sutil en unas ideas, pero que son las que nos permiten realmente avanzar a conocer a Dios. 

Yo prefiero en la vida gente con pasión por perseguir algo, en comparación con gente apagada, que ya no quiere nada, no le interesa nada, no le importa nada en la vida. Esos son cartón mojado que no prende nada, no prende nada en la vida. Hay gente que está así. Y ese es el problema de la religión. 

La religión nos lleva a hastiarnos porque la religión nos dice que todo es malo, tus experiencias, luchas y fracasas y llegas un día que dices: no me importa nada. Es cuando yo veo tu vida como una vida totalmente apagada. Y yo prefiero mejor a los que tienen pasión. 

Yo prefiero mejor un caballo con brío que uno aborrecido, esos caballos cuando los ponen a uno en un grupo de veinte, uno tiene que mirar que le pongan el caballito correcto, porque si te dan el caballito malo y ese tipo tú lo pateas y te mira como que: mi hijo, esto tiene que durar una hora para que me pagues. No hay nada. 

Aunque haya alguien que quiera hoy cosas incorrectas, es mejor alguien que quiere cosas incorrectas que aquel que no quiere nada, porque al que no quiere nada tú hacerle creer que tiene que querer algo es imposible, hermano. No cambian. Es más fácil a alguien con bríos decirle: mira, esto es lo que tú tienes que moverte. Por eso Dios no escogió cualquier tipo de persona: cada vez que Dios escoge al ministerio gente, escoge gente con pasión, gente que usted y yo no escogeríamos porque son cabezones, usted y yo no los escogeríamos. 

Usted y yo no hubiéramos escogido a Pedro si Pedro lo que le causó a Cristo fue problema un montón de veces, pero yo prefiero mejor a Pedro, al que tengo que decirle: mira Pedro, apártate de mí Satanás, déjame quieto hoy; pero que mañana esté aquí. Pedro son la gente que tú botas de la iglesia el otro día y vuelven, tú necesitas de eso. Pero alguien apagado… 

No se trata en la vida de no querer nada, de no perseguir nada; se trata en la vida de perseguir lo correcto y mientras persigo lo correcto por las cosas correctas hay algo que yo tengo que hacer: tengo que dar por pérdida ciertas cosas que son las que el mundo aprecia y desea. Y ahí es donde está la diferencia que yo quería mostrarte en el día de hoy.