30 Mar Tus partes rotas te hacen un perfecto hijo de Dios
Hay un término interesante que quiero comentarte el día de hoy y es “Kintsukuroi”, es el arte de tomar vasijas quebradas y volverlas a unir, pero cuando se unen no se tapan las grietas, sino que se dejan al descubierto. Y sobre todo lo que se hace se pinta en oro y lo que hace especial cada vasija es que cada grieta es sobresaltada.
No se trata de esconder el error porque esa vasija pasó por un proceso de restauración. La idea según los japoneses que hacen este arte es porque en las grietas hay belleza y es que no tenemos que esconder las partes que son quebradas en la pieza para demostrar que siempre fue perfecta, sino que se puede demostrar grandeza aún en esos lugares que ha sido roto una pieza.
Muchas veces queremos cubrir nuestras grietas, nuestros errores, esconder nuestro pasado y queremos volvernos expertos en masilla para que nadie vea que algo pasó en nosotros. Pero la realidad es que la grandeza de nuestras vidas es ver como Dios nos va formando poco a poco y cómo la vida va entretejiéndose entre nosotros y que Dios es capaz de sentirse de lleno de bendición mostrándole al mundo el final de nuestras vidas.
A pesar de todos nuestros errores es importante que entiendas que en cada grieta de tu vida, en cada cosa que parece un error, que parece algo que no debe ser admirado por los demás Dios se encargará de utilizarlo para su gloria y para su honra y que no debe haber vergüenza en nosotros en las grietas de nuestra vida, sino que permitamos las manos del gran artista restaurarnos.
Tú debes darle gracias al Dios Todopoderoso porque cuando tú miras una pieza como esta que mirarte reflejado en ella cada grieta de tu vida le dará Gloria al Dios que restaura todas las cosas y que las hace completamente nueva y debes darle Gloria a Dios.
Cuando comenzamos a ver la historia del apóstol Pedro en un momento donde Dios comienza a restaurar su vida, una de las cosas más grandes que podemos ver en la vida de Pedro es esa imperfección. Pedro siempre fue el mismo Pedro no cambió en su personalidad y a pesar de todo eso todo, lo que Dios hizo a través de toda su vida fue utilizar una vasija que otros hubieran descartado y Él la utilizó para su gloria y para su honra.
En el libro de Juan capítulo 21 vemos este encuentro de nuestro Señor Jesucristo con Pedro luego de que Pedro había negado al maestro como Jesús lo había dicho. En el verso 15 dice:
“De esta manera cuando hubieron comido Jesús dijo a Simón “Simón, hijo de Jonás ¿me amas más que estos? Le respondió “Sí, Señor tú sabes que te amo” Él dijo “Apacienta mis corderos” Volvió decirle la segunda vez “Simón, hijo de Jonás ¿me amas?” Pedro le respondió “Sí, Señor tú sabes que te amo”. Le dijo “Pastorea mis ovejas” Le dijo la tercera vez “Simón hijo de Jonás ¿me amas?” Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez me amas y le respondió “Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te amo” Jesús le dijo “Apacienta mis ovejas de cierto te digo cuando eras más joven te ceñías e ibas adonde querías más cuando ya seas viejo extenderás tus manos y te ceñirás y te ceñirá otro y te llevará adonde no quieras esto. Sígueme.”
Jesús está en este proceso de restaurar la vida de Pedro, en esta ocasión le llama a Simón por el nombre original que había con el cual lo había conocido, recordando que todavía la obra no estaba completa en su vida y Jesús tiene este encuentro con Simón simplemente para llevarlo a un estado espiritual y emocional donde él se atreviera a continuar con la tarea que Dios había asignado a su vida.
Dejemos de decir cuánto amamos a Dios por presumir y seamos verdaderos creyentes. Es ahí cuando podemos alcanzar muchas más vidas para Cristo porque la gente podrá entender cuánto Dios también los ama a ellos a pesar de la condición presente y eso es lo que el señor está tratando de mostrarle a Simón Pedro en esta ocasión.
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