03 Nov ¿Cómo sabemos que Jesús es el Cristo?
¿Por qué los discípulos podían dar testimonio de que Jesús era el Cristo? Ahí lo dice, porque habían caminado con Él, ¿cierto?
Si caminé con Él, lo vi hacer milagros, lo vi hacer estas cosas, fui testigo de lo que hizo, entonces puedo yo dar testimonio de que Él es el Cristo, porque vi lo que hizo.
Ahora, ¿qué pasa con los que no tuvieron ese privilegio? Como tú y como yo…
¿Quién para nosotros es testigo de que Él es el Cristo? El Espíritu Santo.
Lo que los discípulos tenían que hacer con los demás, lo hace el Espíritu Santo con nosotros.
Ellos tuvieron una ventaja. Caminaron con Él, estuvieron allí, pero tú y yo no estuvimos allí con Él físicamente. El Espíritu Santo daría testimonio y le diría a los discípulos y a nosotros: “Ese es el Cristo”.
Hermanos, Juan 1 al 12 son todos los milagros que enseñan que Jesús es el Cristo, pero el Señor dice “los milagros se van a acabar”,
¿En qué sentido?
“Ya yo no voy a estar aquí haciendo milagros físicamente. Y si ustedes van a depender de los que les den testimonios de lo que yo hice por ellos, y ya yo físicamente no estoy aquí para que ellos me vean haciendo algo por ellos, entonces ustedes no van a tener testigos de quien yo soy, pero cuando yo me vaya les voy a enviar a uno que va a estar dentro de ustedes y que les va a dar testimonio de quién soy yo…”
Así que el trabajo principal del Espíritu Santo es una sola cosa: Que tú entiendas que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, para que tengas vida eterna en su nombre.
Por eso es que entonces Juan le dedica tres capítulos al Espíritu Santo, porque ya el más grande testimonio no sería los milagros, no sería la gente testificando de que Él es el Cristo, ya no sería aquel ciego que diría “mira yo no sé si es o no es; yo sólo que sé que estaba ciego, más ahora veo”.
Pero ya eso no lo íbamos a tener. Lo que vamos a tener ahora es la convicción del Espíritu Santo que dentro de nosotros nos dice: “Jesús es el Cristo, es el hijo de Dios”. Y por causa de eso, yo tengo vida en su nombre.
Yo quiero que tú entiendas el día de hoy, que esa es la labor principal del Espíritu Santo para cada uno de nosotros; lo sientas o no lo sientas, tiembles o no tiembles, dentro de ti está la persona del Espíritu Santo, que su trabajo principal es decir “Jesús es el Cristo, Él es el hijo de Dios, y por Él tienes vida en su nombre”.
Ahora, ¡presta atención! Que vamos a ir un poquito más profundo…
Cuando nosotros miramos el libro de Juan, específicamente el capítulo 14, hay una expresión que hoy la vamos a comenzar y probablemente la ampliemos un poquito más adelante.
Pero mira lo que dice Juan 14:15 cuando nos describe al Espíritu Santo, y como te dije, Juan 13:16 es el clásico de quién es el Espíritu Santo.
Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador.
Hoy nos vamos a enfocar en esas dos palabras: Otro consolador… Para que esté con vosotros para siempre.
Dice la palabra del Señor: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce, pero vosotros lo conocéis porque mora en vosotros y está con vosotros.
Ahora, la gente no cree que Jesús es el Cristo, la gente no cree que Jesús es el Mesías. ¡Es sencillo! ¡No puedo obligarlos! Porque por más que tú y yo les demos testimonio y les contemos, es el Espíritu Santo hoy el mejor testigo, es el único testigo.
Por eso, por más que yo trate de convertirte, si el Espíritu Santo no toca tu corazón, nada va a pasar en tu vida.
Es una conversión mental por miedo.
Por eso es que el Espíritu Santo tiene que obrar en ti, por eso yo tengo que hacer el trabajo, tú y yo tenemos que hacer el trabajo, y tenemos que orar, antes y después, y decir: “Espíritu Santo, ¡toca el corazón! Que te conozca, que se arrepienta, que tú llegues a su vida, que tenga una experiencia contigo”.
Y esa persona es la que experimenta verdadera salvación. Salvación no comienza en la mente. Salvación comienza en el corazón. Y en el corazón el que puede trabajar es el Espíritu Santo, cuando te convence de pecado, de justicia y de juicio…
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