Tienes que prosperar 
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Tienes que prosperar 

Hay una pregunta que no está en la Biblia, pero que podemos hacernos respecto a la historia de Caín y Abel. Ellos están solos, y Caín mató a Abel. La pregunta es ¿dónde estaban Adán y Eva? ¿Dónde estaban los papás? Estaban tan desconcertados por lo que pasó en el huerto, que dejaron la responsabilidad de atender a sus hijos, y sus hijos se mataron entre ellos. 

¿Dónde estaba Adán cuando la serpiente estaba hablándole a Eva? Si Adán hubiera estado allí, hubiera mandado a callar la serpiente, o por lo menos eso debió haber hecho; lo que nos dice que, mientras no haya autoridad en nuestra vida, salimos del huerto.  

Cuando no hay una palabra de autoridad en tu vida, el hombre se mata a sí mismo. Cuando no queremos seguir autoridad, nos destruimos. Caballero, en tu casa hace falta un hombre; no un tirano; hace falta un hombre. Hace falta alguien que le hable más a su esposa que lo que le habla la serpiente. Hace falta que tú le ministres a tu esposa. En vez de estar hablando estupideces y tonterías, eres tú quien tiene que estar llenándole la cabeza a tu esposa de los sueños, de las metas, de las cosas que Dios va a darles. Eres tú quien debería estar hablándole de la palabra de Dios, eres tú quien deberías saberte más versos bíblicos, eres tú que deberías decirle a tu esposa una y otra vez, todas las mañanas: vamos a orar. Después no te quejes de que la serpiente le está hablando a tu mujer, si tú no le estás hablando. Tú no estás diciendo nada tú en tu casa; entras y sales y no dices nada porque estás tan cansado por el trabajo, que no quieres hablar; y la serpiente le habla. Tú, como hombre, eres tú quien tiene que hablarle a tu esposa, eres tú quien tiene que hablarles a tus hijos; en tu boca lo que debe estar es la palabra de Dios. Porque, si no, el mundo les va a hablar

La pregunta también es: ¿dónde estaba Eva? ¿Por qué Eva no evitó que Caín y Abel se mataran? La mujer tampoco está aquí exenta. No fue capaz de mantener la paz entre sus hijos, no fue capaz de mantener la paz, terminaron matándose. Mujer, si no hay hombre en tu vida, tú nunca serás hombre -por más que trates – pero sé la mujer que Dios te pidió que seas.  Cuida tus hijos, lucha por tus hijos y llévalos a la casa de Dios. Deja de estar satisfaciendo las cosas del mundo; que oigan la palabra de Dios, que te odian a ti, que te vean cómo tú te levantas, cómo prósperas, cómo progresas, cómo los cuidas, cómo los guardas. 

No podremos hacer el huerto, si no nos hacemos responsables nosotros. Más nadie es responsable. 

Después terminas en la tierra de Nod, más lejos del Edén que cerca, y después estás molesto. Hoy es el día de decir: yo voy a corregir mi vida; voy a arreglar mi vida. 

Entre los cristianos, dejen de matarse. Olvídate de lo que otros digan; tú no tienes tiempo para tantas cosas. Dedícate a tu familia, a tus hijos. Toma autoridad, haz lo que tienes que hacer. Deja de estar escuchando voces que no tienes que escuchar. Mira los testimonios de la vida de esa gente que te están diciendo algo; y te vas a dar cuenta, que están construyendo una ciudad para ellos, y que no están buscando nada de tu bienestar ni de que el Edén se construya en tu vida.

Oramos hoy contigo, pidiéndole a Dios que tomes responsabilidad, y que entiendas que fuiste llamado para estar cerca del huerto del Edén. Que nada te lleve más lejos. Toma responsabilidad.

Por último, por eso es que tenemos que prosperar; a nosotros no nos queda más remedio. Tenemos que prosperar. Una de las quejas de Dios, en Lucas 12, en la parábola del hombre rico, fue que Dios dice: no fuiste rico para con Dios. La pregunta es qué es ser rico para con Dios. Hay un nivel de prosperidad en la vida de todos nosotros, donde ya dejamos de prosperar para nosotros y comenzamos a prosperar para el reino de Dios; donde ahora próspero porque tengo que prosperar, para promover el reino de Dios; donde mis finanzas van a ser dedicadas para promover el reino de Dios; donde, mientras el mundo invierte en basura, yo voy a invertir en que el reino de Dios se promueva, se avance, se multiplique; que el huerto siga creciendo. 

Cuando comencemos a construir el templo, van a empezar a decir: se lo deberían dar a los pobres. La pregunta es ¿a qué pobres? ¿A uno de esos pobres que coge lo que el gobierno le da para comprar una taquilla? ¿A uno de esos pobres cuya prioridad es un concierto?  

Hoy, más que nunca hay que prosperar, progresar; el reino de Dios tiene que avanzar. Hay que comprar más emisoras de radio, emisoras de televisión, invertir en las redes sociales. Hay que hacerlo. Hay que trabajar, hay que seguir haciendo el trabajo, día tras día. Si no, el mundo sigue haciendo ciudades. 

Vive la vida que Dios quiere que tú vivas. Prospera, progresa, avanza. Vive una vida de plenitud, una vida de impacto.

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