21 Oct Acepta los límites que Dios pone en tu vida

La semana pasada, en particular, explicaba que hay dos cosas que todos nosotros tenemos que tener claras con la historia del huerto del Edén…

Digo, ¡hay muchas! Pero la semana pasada, prestamos atención a dos cosas… Y es la figura de Dios como proveedor y como protector.

Hay dos cosas que todo padre y que toda madre deben ofrecerles a sus hijos: provisión y protección.

Si yo pregunto “¿qué debe hacer un papá o una mamá por sus hijos?”, la gente dice automáticamente “darles amor”. Pero la pregunta en sí es ¿cómo se expresa el amor?

Se expresa proveyendo y se expresa protegiendo.

¡Proveyendo y protegiendo!

Y vimos a Dios como nuestro proveedor. Porque Él es el que suple todas tus necesidades, Él quiere proveer para tu vida, Él quiere cuidar de ti y Él va a guardar de ti.

El huerto del Edén no era un lugar de escasez, el huerto del Edén no era un lugar de pobreza. ¡Era un lugar de abundancia!

Y a través de toda la Biblia, vemos a Dios proveyendo al pueblo constantemente y de forma milagrosa. Y de muchas maneras.

Ahora, con esa imagen, la gente no tiene problemas. Tiene problemas es con la imagen del protector…

¿Por qué?

Porque el protector tiene que poner límites. No hay tal cosa como protegerte sin ponerte límites. 

¿Tú quieres una foto bonita con tus hijos felices para el Facebook? Regálales algo.

El día del cumpleaños, el día de Navidad, cuando tú les das el regalo que ellos quieren… Ese día es cuando tienes que asegurarte de que la cámara esté ahí…

“El mejor papá del mundo”, “la mejor mamá del mundo”, “que cosa más hermosa”… Y besos y abrazos…

Pero no todo es una foto el día que se les dice: “llega a las 09:00 de la noche”. Tampoco pienses que vas a tener la misma reacción por parte de ellos cuando les digas: “no puedes tener esos amigos” o “no puedes salir por ahí…”

Lo que vas a obtener es todo lo contrario: “En esta casa no hay libertad…”, “aquí controlan mi vida”, “ya yo estoy bastante adulto”, “en esta casa yo necesito privacidad”, “yo necesito mi espacio”.

Bueno, el día en que tú seas tú proveedor, podrás tener el espacio que tú quieras, pero mientas yo sea el proveedor y yo pague, ni las gavetas están exentas de órdenes de cateo provisionalmente cuando yo necesite entrar y mirar qué hay allí.

Porque son mis gavetas, y mis cosas que te presto mientras estás aquí…

Y sé que, en este momento, a los jóvenes no les gusta este mensaje, pero no importa…. ¡Es la verdad!

Nunca he visto a ningún hijo que después de que el papá lo regañe, le diga: “El mejor papá del mundo”, “mira cómo me regaña porque me quiere…”

¡No existe tal cosa!

Así mismito pasa con Dios. Y te pregunto… Si tú haces eso con tus hijos, ¿los amas? ¡No!

Si tú no les pones límites, no los amas. Porque los amas, los proteges. Y para protegerlos, les pones límites. 

¡Dios es igual!

Dios pone límites morales y pone límites en diferentes áreas de nuestra vida, y hoy vamos a ver algunos de ellos.

Todo, con el deseo de protegernos. Pero aún con esos límites, como te explicaba la semana pasada, esa protección que Dios nos da, la serpiente se cuela y a veces se mete en nuestra mente.

Y nosotros tenemos que destruir esa serpiente. 

La serpiente del huerto del Edén como quiera se coló a la protección que Dios había puesto porque en la mente se nos cuela todo tipo de pensamiento sutil que nos puede sacar de lo que es la presencia de Dios.

Lamentablemente la gente no entiende esto y no le gusta esa parte de Dios, pero es la verdad. 

La realidad es que nunca podremos alcanzar una verdadera relación con Dios si no aceptamos los límites que Él va a poner en nuestra vida.

No existe huerto del Edén, no existe lugar de plenitud, si no hay una protección. Si no hay un límite.

Te explicaba que hay una gran diferencia entre una selva y un huerto. Y la diferencia es bien grande… La selva no tiene verja, y el huerto tiene verja.

Al huerto hay que encerrarlo y hay que cubrirlo para protegerlo. Y mientras lo cubro de todo lo que pueda venir en ese lugar, yo puedo poner orden y producir y prosperar…

Por eso es que tú y yo tenemos que creer que Él es proveedor y protector. 

Detrás de todo, lo que hay es que Dios quiere que tú aprendas a depender de Él constantemente.

Tú tienes que depender de Él de la provisión Divina, tú tienes que depender de Él de la protección. Porque es quien te provee y es quien te cuida. 

Él es quien te provee y Él es quien te guarda, Él es quien te provee y Él es quien va contigo adonde quiera que tú vayas. Por lo tanto, necesitas depender de Él.

El problema es que, a través de los tiempos y sin darnos cuenta, comenzamos poco a poco a dejar nuestra dependencia de Él y comenzamos a depender de nosotros mismos.

Mira lo que dice Jeremías 2:9-13:

Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová. Y con los hijos de vuestros hijos pleitearé, porque pasad a las costas te Quitin, enviad a cedar  y considerad cuidadosamente y ved que se ha hecho cosa semejante a esta. ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses?

Dios dice: Esta gente, que tienen estos dioses. ¿Han cambiado a sus dioses? ¡No los han cambiado!

¿Qué está diciendo?

Oye, el mundo no cambia a sus dioses, ¿y ustedes me cambian a mí?

Y ellos no son dioses…

Y mira lo que dice: “Sin embargo, mi pueblo ha trocado su Gloria por lo que no aprovechan.

Dios dice: lo que les da Gloria a ustedes, ustedes lo han cortado por lo que no aprovechan. 

Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos, desolaos en gran manera, dijo Jehová.

Próximo verso: porque dos malas ha hecho mi pueblo. Me dejaron a mí, fuente de Agua Viva, y cavarón para sí, cisternas rotas que no retienen agua.

La molestia de Dios con su pueblo siempre es que lo dejan a Él por otras cosas.

Que dejan de depender de Dios.

Y nunca podrás vivir en e l huerto del Edén, si no tienes total dependencia de Él.

El problema de Eva fue que quiso comer de un árbol del cual Dios dijo que no podían haber comer. 

Dios puso límites. Y el día que tú te crees que eres tú propio Dios, que tú puedes escoger por ti mismo, lo dejas a Él, y si hay algo que Dios detesta, es que ya tú no dependas de Él y que busques depender de otras cosas.

Eso es lo triste de nuestra sociedad.

Y la gente, lamentablemente, creo que en la iglesia aún pierden de vista este principio…