23 Aug Tu hambre de espíritu será saciada por Dios 

El bienaventurado siempre tiene hambre espiritual.  Y la persona que ha sido transformada por Dios, que ha recibido ese cambio porque ha decidido vivir una nueva vida, una de sus condiciones espiritualmente hablando, es la de hambre en el interior, hambre en el espíritu.  Y la Biblia dice que esa hambre no quedará insatisfecha, sino que todo lo contrario; esa hambre será saciada.  No usa cualquier palabra, sino saciada porque alguien puede comer y no saciarse, puede llenarse y no saciarse.  En una ocasión, a través de uno de los profetas, Dios le dice a su pueblo que mediten sobre sus caminos porque siembran, pero se pierde la cosecha, se vestían, pero no se calentaban, comían pero no se saciaban, no había plenitud en sus vidas.  Pero el Señor promete que aquellos que tienen esta posición espiritual de bienaventurados, van a tener hambre, y serán saciados.  No tan solo comerán, sino que se saciarán de aquello que van a recibir de parte de Dios.  

No se puede ser saciado, si no hay esa hambre espiritual primeramente.  No puedes recibir de parte de Dios esa plenitud, si tu espíritu uno está en esa posición real de tener esa hambre y esa sed de justicia.  

Una de las cosas por las que tú llegas a la casa de Dios no puede ser por hábito, sino por hambre, tienes que necesitar escuchar una Palabra, algo de parte de Dios.  Tú no debes ir a la iglesia por religiosidad, igual que no deberías comer por comer, por costumbre; tiene que haber hambre en el corazón, que tú digas: voy a recibir Palabra, no estoy satisfecho.  La gente cuestiona por qué ir tanto a la iglesia y luego oír los mensajes, ver los vídeos, leer; y tú tienes que decir: porque yo tengo hambre, hay algo dentro de mí que me dice que necesito más.  Una cosa es tomar un sorbo de agua de un vaso, otra, querer el vaso completo.  Una cosa es querer probar, y otra es desear tomarte el vaso completo; y hasta que no te lo tomes completo no vas a estar satisfecho, no vas a estar lleno.  Eso es lo que tú tienes que tener en cuanto a las cosas espirituales.  

No puede bastar con un mensaje, con una hora, con un solo momento.  Tiene que haber esa pasión espiritual y ese deseo de ser llenos de todo lo que Dios nos ha prometido y lo que Él tiene preparado para nuestras vidas.  Esa gente que tiene esa hambre así, que no tan solo quieren probar un poco, son los que Dios ha dicho: esa gente recibirán satisfacción, plenitud de vida.  

Cuando tú llegues a la casa del Señor, ve siempre con esa actitud desde el espíritu de que algo Dios te va a dar que tú necesitas, y tu sed, tu hambre se va a satisfacer por una experiencia con Su palabra y con Él.  

El hambre es prerrequisito para ser saciado.  

Cuando hablamos de justicia en la Biblia, la palabra en inglés es righteousness.  Esa palabra tiene unas implicaciones poderosas.  Pero esa palabra justicia, cuando la estudiamos, tiene dos dimensiones; la del acto moral o externo de una persona justa que opera en justicia, o sea, la manifestación del carácter de una persona que demuestra rectitud, discreción, sabiduría, demuestra moralidad, que tiene un compás interno correcto delante de Dios que le lleva a actuar de manera moral y correcta delante de Dios y de los hombres.  Pero el concepto espiritual de la justicia, es uno todavía mucho más grande y poderoso porque nos habla de una posición en Cristo Jesús, la que hemos ganado por la gracia y la misericordia divina sobre nosotros.  También en inglés se utiliza right standing, que es estar parado a mano derecha de Dios; es una relación con Dios, una posición espiritual que tenemos a través de la gracia y la misericordia que nos han sido dadas.  

Tú eres una persona justa no por lo que tú haces, sino por lo que Él hizo por ti en la cruz del Calvario.  Pero el justo opera en justicia.  Por eso es que se ve en dos dimensiones; tú operas en justicia porque eres justo, pero porque haces cosas justas no te haces justo; eres justo porque Él te hizo justo, y operas en justicia, y tienes que entender que esa es tu posición espiritual delante de Dios.  

Por supuesto, eso no es algo agradable en nuestra sociedad.  Es más, en muchas ocasiones, puede que hasta se burlen de ti porque cuando tú operas en esa justicia y en esa posición, el mundo no lo entiende.  En Génesis 6:9, se nos dice que Noé era un hombre justo; es la primera vez que se utiliza esa palabra en la Biblia, y nos dice que era el hombre más justo en toda la tierra.  En esa justicia, Noé recibe unas instrucciones.  

“9 Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.”  Génesis 6:9  

No es que Noé caminó con Dios.  Dice que con Dios caminó Noé.  No era Noé intentando, sino Dios caminando con él.  Una cosa es aquel que intenta caminar con Dios, y otra cosa es con quien Dios decide caminar.  Y es la justicia de Dios sobre la vida de Noé lo que hace que Dios quiera caminar con él, en medio de todas las generaciones.  

Por supuesto, esto le costó a Noé, burla.  Cuando comenzó a construir, la gente le decía: tú estás loco.  Se mofaban de él.  Porque cuando tú empiezas a operar en la justicia de Dios, desde la posición que tienes con Él, para el mundo es locura, el mundo no lo entiende.  Pero ahí es donde tú tienes que pararte firme y posicionarte en el lugar correcto espiritualmente hablando, para vivir basado en esa justicia que hay desde tu corazón.  

Ahora bien, acerca de esa justicia, se nos dice que tiene que haber hambre y sed.  No es tan solo hambre; es hambre y sed.  Jesús, en la primera tentación, tuvo hambre, pero en la última, tuvo sed.  En el desierto, tuvo hambre, y llegó la tentación por el hambre que tuvo; pero estando en la cruz, el último momento, lo que tuvo fue sed.  Sed es algo más complicado que hambre.  Es más, se dice que muchos sentidos que tienes de hambre en tu cuerpo es que estás deshidratado.  Muchos comerían menos si tomaran agua.  El hecho de tomar agua y llenarte de agua, aplaca la sed.  Muchos confunden el sentido de estar hambriento con estar sediento.  

Y la primera tentación de Jesús comienza porque le dio hambre.  Después de cuarenta días, ¿a quién no le da hambre?  No se nos dice que Jesús no haya tomado agua en ese tiempo.  Es más, si tú vas a hacer un ayuno, una de las recomendaciones es que tomes agua.  Porque un ayuno lo puedes hacer de comida, pero tienes que sostenerte con agua.  Pero mira el punto al que llegó la humanidad de Jesús, que llegó a experimentar estas dos sensaciones; hambre y sed.  En el último momento, dice: estoy sediento, tráiganme agua.  Y lo triste es que, cuando él pide agua, le dan vinagre porque cada vez que tú estás sediento, el mundo lo que te ofrece es amargo.  

La sed que se produce en tu interior, nunca el mundo la va a satisfacer.  

Sed vas a tener, hambre vas a tener; puedes vivir mucho tiempo sin comida, sin agua, menos tiempo, y sin aire, menos tiempo todavía.  Cada necesidad física va aumentando.  Cada elemento aumenta en intensidad.  Por eso es que el Espíritu Santo es representado con el soplo, con el aliento de vida porque, sin Él, tú no puedes vivir.  No deberías estar ni un minuto sin tener el aliento y el respirar de Dios.  Pero entiende que cuando el hombre experimenta la sed espiritual, emocional, mental, por causa de lo que está viviendo, y le pide agua al mundo, el mundo lo que te va a dar es simplemente vinagre.  La esponja que el mundo va a poner en tu boca, siempre te va a saber amarga y va a ser algo que va a producir más amargura de la que tú estás produciendo en ese momento.  

Todos hemos experimentado algún momento de una gran sed, donde llegas buscando beber lo que sea, y has probado algo que te sabe amargo y automáticamente lo rechazas; y eso es lo que pasa en el mundo natural.  Cuando tú vives una vida espiritual, ahora, lo que el mundo te ofrece no te satisface; solo el agua de la Palabra, el agua del Espíritu Santo es lo que llena tu vida.  Y eso es lo que el mundo no entiende.  

Cuando tú le sirves a Dios, lo del mundo te sabe amargo.  

El problema es que antes bebías vinagre y lo disfrutabas, lo deseabas, querías más.  Ahora que vives para la justicia de Dios, cada vez que el mundo te da a probar de lo que ellos tienen, tú lo que vas a sentir es esa amargura que produce tratar de satisfacer tu sed con cosas que no le agradan a Dios.  Pero qué maravilloso que la Biblia nos dice que la misma palabra de Dios es dulzura al paladar.  Puede ser que sea un poco amarga a tu estómago en un momento dado porque, cuando tú recibes la Palabra, hay cosas que son difíciles de digerir, pero cuando tú la pruebas, es dulce, es un manantial.  Qué maravilloso que el Dios al que tú sirves, en medio de tu desierto, siempre es capaz de cambiar las aguas amargas en dulces para que sigamos caminando.  Qué maravilloso que Jesús es la fuente de vida, qué grande que él dice que, de tu interior, correrán ríos de agua viva.  Qué maravilloso que tú puedas saber que tienes un lugar donde tú puedes ir, donde puedes llegar y recibir la satisfacción personal que necesitas en tu corazón, en tu vida.