Seamos agentes de misericordia 
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Seamos agentes de misericordia 

Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia.  

Todos, en algún momento dado, vamos a necesitar misericordia en nuestras vidas.  No importa el tiempo que lleves en los caminos del Señor ni el intento que hagas para vivir una vida correcta y justa delante del Señor para evitar errores y faltas, todos, de alguna manera u otra, en algún momento vamos a requerir de que alguien tenga misericordia de nosotros.  

En esta bienaventuranza en particular, la promesa de recibir misericordia es cierta y verdadera, pero no está sujeta a la persona a la cual tú le has extendido misericordia alguna vez en tu vida.  En otras palabras, el Señor te promete que el que es misericordioso va a recibir misericordia, pero no te promete que aquel con quien tú has sido misericordioso, algún día lo será contigo.  Esa es una de las frustraciones más grandes que podemos experimentar en la vida.  

En algún momento dado, probablemente, has mostrado misericordia hacia la vida de alguien, y de repente, cuando llega el momento de que esa persona debe extender misericordia hacia ti, simplemente, te da la espalda, es la primera en juzgarte, en condenarte, en señalarte, en dejarte a un lado.  Entonces, te pones a pensar en todo lo que hiciste, en todo lo que le ayudaste, recuerdas el evento donde te saliste para extender la mano esperando que algún día pudieras recibir de esa misma persona; pero la realidad es que tienes que olvidarte de eso.  La promesa es que, si extiendes misericordia, de alguna parte, de algún lugar, también de algún día la vas a recibir; y no puedes poner la presión en la persona a la que un día le extendiste misericordia.  Si piensas de manera errónea, serás selectivo con quién tener misericordia porque solo tendrías misericordia con aquellos que tú entiendas que algún día necesitarás de ellos.  Y ya detrás de esa acción, habría una intención errónea que contamina la acción que nosotros vamos a hacer.  

Tú no puedes tener misericordia únicamente con aquel que tú crees que algún día puede retribuir el favor.  La misericordia se extiende mucho más allá de ese factor.  Lo que tienes que estar seguro y entender y comprender es que, en el momento que tú extiendes misericordia, estás llenando el banco del cielo, y algún día, cuando la necesites, Dios se encargará de traer una persona que te extienda la mano de la misma manera que tú la extendiste a otros.  Esa debe ser tu seguridad, la certeza en tu corazón.  

Cuando hablamos de misericordia, es la disposición del corazón de una persona, que se pone en los zapatos de otros, y permite que se convierta en instrumento divino para bendecir la vida de esa persona.  Eso es misericordia.  Es cuando tu corazón es movido.  Es cuando, de repente, ante una situación, ante una persona, ante una circunstancia que alguien está viviendo, tu corazón es movido, no quedas en la indiferencia, no se queda encerrado en ser indiferente a lo que otros están viviendo, y permites que, a través de ti, Dios pueda usarte como instrumento para Él obrar en favor de esa persona.  Por eso se requiere un corazón justo, noble, correcto delante de Dios, para tú poder obrar de esa manera en tu vida día tras día.  Eso es lo que hace un verdadero cristiano, un verdadero creyente.  Y en los tiempos que estamos viviendo, una de las cosas que más se nos olvida, no tan solo a los creyentes, sino a la sociedad en general, es a ponernos en los zapatos de otros, pensar cómo sería si estuviéramos en esa misma situación; es ponerte por un momento, salirte del lugar en que estás, y tratar de mirar las circunstancias desde los ojos de otra persona para, de alguna manera u otra, no necesariamente justificar las acciones que una persona está haciendo, sino poder entender el porqué lo está haciendo porque, probablemente, si tú vieras la situación desde el lugar que esa persona lo ve, tú también estarías actuando de la misma manera.  Y hace falta que tu corazón se mueva, no tu mente; que sea el corazón movido por Dios, para tú poder ser instrumento hacia esa persona en particular.  

Cuando hablamos de misericordia en la Biblia, tenemos que ver que hay dos tipos de misericordia que nosotros, como creyentes, tenemos que extender.  

  1. Misericordia externa.  La que a todos les gusta hacer en muchas ocasiones, y la que más se le exige a la iglesia.  Es la demostración externa en nuestras vidas hacia los demás, ayudando al necesitado.  

A través de toda la Biblia, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento, en una y otra ocasión, Dios siempre ha promovido que la iglesia tiene que tener misericordia y extender la mano a aquel que lo necesita.  Eso es  una realidad de palabra de Dios.  Día tras día, a través de todo nuestro existir, tenemos que procurar estar en la posición, no de aquel que extiende la mano para recibir, sino de aquel que la extiende para dar.  Una de las razones por las que tú tienes que prosperar, es porque algún día tú tienes que salir del lado de recibir, y poder estar al lado del poder dar, sembrar en la vida de otra persona.  Tú tienes que prosperar de manera tal que no tan solo puedas suplir tus necesidades, sino que haya abundancia en tu vida para proveerle algún día al que lo necesite.  Por eso tú tienes que ser libre de toda deuda porque, a través de tu dádiva a aquel que necesita, y a través de todo lo que puedas haces, es que realmente muestras misericordia.  

Por supuesto, la demanda, la necesidad que hay es demasiado amplia para todos nosotros poder cubrir la necesidad de todo el mundo.  Seamos honestos.  No hay suficiente naturalmente hablando, para nosotros poder decir que vamos a hacer todo para ayudar a todo el mundo.  En muchas ocasiones, tenemos que escoger a quién ayudar.  Siempre habrá alguien a quien no podamos ayudar, no porque no querramos, sino porque los recursos están limitados en un momento dado.  A veces, la gente no lo entiende, y se le niega la ayuda a alguna persona, y dicen que no se tuvo misericordia, pero no es que no seamos misericordiosos, sino que hemos sido misericordiosos con otros, y hoy no podemos extenderle la mano al que en esta ocasión necesita.  Ojalá pudiéramos hacerlo todo el tiempo.  

Tú debes aspirar a llegar a ese punto en tu vida donde puedas bendecir a más personas.  No es tomar tus diezmos y ofrendas para darle al pobre.  Se honra a Dios con los diezmos y las ofrendas, y Dios te prospera y te bendice para ayudar al necesitado.  Ahí es que tienes que prosperar.  Por eso es que tienes que avanzar, porque tienes que honrar a Dios, y honrarle a Él también sirviendo a aquel que lo necesita.  

Pero hay una misericordia más grande que esa.  Misericordia interna.  Es la que se promueve a través del perdón y del cuidado del alma de una persona.  Es la misericordia que extendemos nosotros como cristianos, y que Dios, a través de nosotros, sana el alma de alguien, cura el alma de una persona.  Es la misericordia que extendemos cuando cuidamos de alguien y lo discipulamos y lo guardamos y oramos por ellos.  Es la misericordia donde nos salimos de nuestro espacio, de nuestro tiempo, de nuestra comodidad para cuidar de las emociones de una persona.  No puede haber misericordia, si no hay una inversión emocional.  La verdadera misericordia no es tan solo ayudar al necesitado; es saber que tú estás aquí para cuidar del alma de una persona, de sus emociones.  Y el desgaste más grande que una persona puede sentir, es el desgaste emocional de tener que ponerte en los zapatos de una persona y tener que cuidarlo, entender por qué piensa como está pensando, y pedirle a Dios las palabras correctas para poder hablarle para liberar el alma de esa persona porque puedes darle toda la ayuda externa que pueda haber, pero si el alma no se libera, no has cumplido realmente tu misión.

7 Comments
  • Domingo coria
    Posted at 10:14h, 25 August Reply

    Gracias Pastor por esta palabra, sin misericordia no hay bendiciones. Si recibimos por Gracia por Gracia debemos dar.

  • Alicia Farías González
    Posted at 14:53h, 25 August Reply

    Amén… ciertamente eso es la verdadera misericordia…y cuando nosotros no la tenemos,no podemos darle a otro esa misericordia… gracias Dios por abrazarnos con tu misericordia, gracias Pastor por la profundidad de este mensaje, bendecido

  • Jhon Mario Rojas
    Posted at 16:33h, 25 August Reply

    Gloria a Dios, aleluya

  • Marttha
    Posted at 22:45h, 25 August Reply

    Amén poderosa palabra
    Bendiciones

  • Wiliam Antonio Chacon Vargas
    Posted at 23:03h, 25 August Reply

    Amén claro y es una bendición recibir esta palabra.

  • lucia
    Posted at 16:11h, 26 August Reply

    gracias por este mensaje bien dice la palabra de dios que todo llega a tiempo y no a destiempo llego justo a tiempo en mi vida yo me sentia mal porque trato de ayudar a mi projimo en lo mas que puedo pero hoy me paso que hay una persona que me pidio ayuda otra ve z mas pero hoy no lo pude hacer precisamente como usted dice no estoy en posibilidades economicas en este momento y est persona se sintio conmigo yo me senti peor porque se su nececidad pero yo tambien tengo necesidades que cumplir pero hoy descanso en el señor porque ya no siento culpable o mala por no poder ayudar.

  • Gustavo Arroyo
    Posted at 13:47h, 01 September Reply

    pastor Dios lo bendiga y bendiga su gran ministerio. Es la misericordia de Dios que somos alcanzados por su Gracia y Favor. Debemos honrar a Dios con los diezmos y las ofrendas, pero además en la medida de nuestras posibilidades y condiciones económicas que también la provee Dios podamos extender la mano al más necesitado.

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