05 May Tu Adoración y tu Percepción

La adoración produce servicio.  Jesús dice: solo a Dios adorarás, y a Él solo le servirás.  No siempre que sirves, adoras; pero si adoras, vas a servir a quien adoras.  ¿Cómo sabes alguien que no adora cuando sirve?  Porque está sirviendo para agradar al pastor o al líder de la iglesia.  Es la persona que, por su servicio, espera aumento de posición, reconocimiento.  Si tú lo que estás esperando es el reconocimiento de los demás, entonces, a quien estás adorando es a aquel de quien estás esperando reconocimiento.  Por eso, nunca pienses que una persona es bien espiritual porque sirve; pero es imposible que, el que adora, no sirva.  Porque para adorar, luego de tu adorar, entonces, lo que te resta es servir.  

Después de la adoración, siempre tienes que esperar una respuesta, algo va a pasar.  Cuando tienes una vida de adoración, algo va a ocurrir.  Satanás le dice a Jesús: si postrado me adorares, todos estos reinos te serán entregados.  ¿Por qué aquello constituía una tentación?  Porque la realidad es que Satanás era el dueño de todas las cosas; el hombre le había entregado el dominio y la autoridad al enemigo.  Jesús viene para tomar dominio sobre todas las cosas, dominio que tenía Satanás.  Si alguien toma las llaves de tu auto para persuadirte a hacer algo para entonces entregártelas, no haría sentido porque el carro ya es tuyo.  No sería una tentación.  Ahora, si fuesen las llaves de otro auto, tal vez el que siempre has deseado y todavía no es tuyo, entonces lo pensarías para hacer aquello a lo que te están persuadiendo porque ahora podrías obtener algo que no tienes.  Así que, la razón por la que esto era una tentación es porque Jesús no era quien tenía dominio sobre todas las cosas.  El que tenía dominio sobre todas las cosas era el enemigo.  Y eso hace dos mil años atrás se resolvió.  

Uno de los problemas de la iglesia hoy es que están esperando que Cristo venga para reinar; y si tú esperas que Cristo venga para reinar, estás diciendo que él no está reinando, y las últimas palabras que él dijo, fueron: toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.  Él no viene a reinar, él ya está reinando.  A los que nos queda reinar es a nosotros.  El apóstol Pablo dijo que Jesús le hizo un espectáculo al enemigo en la cruz del Calvario; y en ese lugar se cumplió la profecía de Génesis 3:15, que vendría uno que le aplastaría la cabeza al enemigo.  Cristo no va a reinar, él está reinando; es la iglesia la que tiene que entender que nos toca a nosotros poner todos los enemigos por estrado de los pies de Cristo y caminar como una iglesia gloriosa.  Mientras esperemos que nos vengan a rescatar, seguiremos derrotados, preocupados; lo que hace falta que entendamos hoy es que él ya reina.  Ahora sí, él reina; en aquel momento no; pero Jesús dijo: yo voy a adorar a Dios, aunque sé que me puedes dar esto fácil aquí, yo voy a adorar a Dios.  Y es que siempre hay recompensa cuando tú adoras a Dios.  Algo va a pasar.  

Por supuesto, esto no es fácil porque todos vamos a sentir el ataque de las presiones de la sociedad, de los problemas que llegan a nuestra vida.  Todos vamos a sentir la mezcla de emociones en nuestro interior, cuando comenzamos a mirar los problemas y las dificultades que nos llegan, y la realidad es que no siempre queremos adorar a Dios.  Hay momentos en que nos sentamos a meditar y cuestionamos de qué sirve todo esto.  Te has sentado a pensar y a meditar de qué sirve tanto esfuerzo por tus hijos, por tu empresa, por tu trabajo, todo lo que estás haciendo para Dios, tus diezmos y ofrendas, si comoquiera estás en dificultades.  Todos vivimos momentos como esos, donde el cansancio llega a tu vida, a tu mente, y por alguna razón, pierdes la música que llevas por dentro, pierdes el gozo que te debe caracterizar.  

En el libro de Salmos, capítulo 137, se describe al pueblo de Israel de esa manera.  

“Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion. 2 Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. 3 Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion. 4 ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? 5 Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza.”  Salmos 137:1-5  

El pueblo estaba deprimido, había dejado de cantar, de celebrar; eran esclavos en una nación extraña.  Ellos amaban a Jerusalén, querían el día de volver, regresar a ese lugar y cantar en la casa de Dios.  Pero permitieron que lo que estaba pasando les llegara al corazón, y colgaron sus arpas, el símbolo de alegría.  Hay quien ha colgado el símbolo de alegría en su casa, en su hogar; hace tiempo no celebras, y piensa que la felicidad viene de las vacaciones que vas a tener, de las cosas que puedes lograr, y no te has dado cuenta que tu alegría realmente viene de la percepción que tú tienes del Dios al que tú le sirves, y de todo lo que Él ha hecho en tu vida y lo que Él va a hacer.  

La vida de adoración se compone de dos cosas básicas:

1. Una vida de agradecimiento.  
2. Una vida de alabanza.  

Agradece a Dios cada día por todo lo que ha hecho, por todas sus misericordias; y agradece a Dios por cosas que no han pasado.  Dale gracias a Dios porque pudiste haber perdido el trabajo, y no lo perdiste.  Aprende a darle gracias a Dios por lo sucedido, y por lo que no sucedió, que pudo haber pasado.  Y en medio de tus tribulaciones, alaba a Dios por sus grandezas para que, en tu percepción, Dios se haga más grande que el problema que estás viviendo.  

El problema no tiene que desaparecer, lo que tienes es que ver realmente que Dios es más grande que tu circunstancia, que tu situación, que mayor es el que está en ti, que el que está en el mundo.  Por eso, usa el microscopio de la alabanza para comenzar a engrandecer en tu percepción al Dios al que tú le sirves, que te ha prometido librarte de todos tus problemas.  El problema es que la gente no entiende cómo esto funciona.  

Para tú poder adorar a alguien, tienes que conocerlo.  El problema de algunos en la iglesia, es que quieren conocer a Dios por sus sentidos; y a Dios es imposible conocerlo por tus sentidos.  Por eso, muchos se van a una iglesia donde dicen sentir al Espíritu.  Pero ¿qué es sentir?  ¿Cómo tú conoces a Dios por tus sentidos?  Si tú conoces a Dios por tus sentidos, entiende que tus sentidos son limitados.  Si te vas a dejar llevar por lo que tú sientes, la descripción va a estar incompleta.  Tus sentidos te van a engañar.  ¿Cómo tú lo describes?  Lo tienes que experimentar, tiene que ser revelado a tu vida.  Dios no se puede describir por tus sentidos; Dios se te revela.  Hay un día que se enciende algo dentro de ti, y conoces la grandeza de Dios, conoces lo poderoso de Dios; y por eso, adoración no es sentimiento.  

Dios no se revela por tus sentidos.  Dios se revela por tu conocimiento de la palabra de Dios.  Por eso es que Cristo decía: escrito está.  Por lo tanto, para tú poder adorar, tienes que conocerlo; y para tú conocerlo, tienes que estudiarlo en la palabra, tienes que buscarlo en la palabra.  Porque hay un día donde no vas a sentir adorar, no vas a sentir servirle, pero conoces quién es Él, conoces su grandeza, y no te queda más remedio que adorarle y servirle, en medio de tus dificultades, sabiendo que Él te va a dar la victoria.  Por supuesto, se mezclan todas las emociones.  

“11 Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. 12 Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría.”  Esdras 3:11-12  

Cuando tú miras lo difícil que has vivido, pero ves lo que se puede hacer a pesar de lo difícil, se mezclan dos cosas: el lloro y la alegría, el lloro y la alabanza.  

“13 Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos.”  Esdras 3:13  

No hay nada malo con que llores, pero que el grito de júbilo sea más fuerte.  No hay nada malo con que un día llores, con que un día mires los problemas y las lágrimas se te salgan, que pases por un lugar y te dé tristeza; pero que las voces de júbilo sean más grandes y que cuando la gente te oiga, en vez de oírte quejándote, lo que oigan sea el júbilo de que tú sabes que Dios va a hacer algo grande y poderoso en tu vida, la voz de júbilo de que tú sabes que Dios está obrando en tu vida.  No hay nada malo con que tú un día llores, pero que tu voz de júbilo sea más grande, sea más fuerte, y que la gente pueda decir: esa gente está celebrando a Dios.  

En el momento más difícil de la vida de Jonás, se encontraba en un momento de tribulación, de dificultad, estaba en ese pez por causa de sus errores, de sus problemas.  

“Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, 2 y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste. 3 Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. 4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; mas aún veré tu santo templo. 5 Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; El alga se enredó a mi cabeza. 6 Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. 7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. 8 Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan. 9 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.”  Jonás 2:1-9  

En su momento más difícil, Jonás dijo: voy a orar y voy a adorar a Dios, voy a cumplir mi palabra con Él.  

“10 Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.”  Jonás 2:10  

Tu adoración atrae a Dios en tu vida, al punto tal que el pez no te puede sostener porque dentro de la ballena cabe Jonás, pero cuando se mete Dios, se acabó el espacio.  

En medio de tus tribulaciones, de tus dificultades, si te acuerdas de Dios, de su grandeza, de todo lo que Él ha hecho, si te acuerdas de alabarle, de celebrarle, de darle gracias por todas las cosas que ha hecho y le alabas también por las que va a hacer, el pez en el que te encuentras hoy te tiene que vomitar, te tiene que sacar.  

Quizás hoy te encuentras en el pez de la depresión, en la tristeza, en la amargura; los problemas han sido tantos, que has perdido tu deseo de cantar, tu alegría, tu gozo, y simplemente, sigues sobreviviendo en esta vida.  Un cristiano no es llamado a sobrevivir, sino a tener gozo, paz, vivir en victoria.  En vez de acordarte del problema, acuérdate del Dios al que tú le sirves, y que de tu interior comiencen a salir las voces de alabanza, el sacrificio a Dios, y al pez no le va a quedar más remedio que escupirte y sacarte a tierra.  

Dale hoy a Dios tu mejor alabanza, dale gracias por todo lo que Él ha hecho; no importa lo que has vivido, lo que has pasado, di: gracias, Señor, porque he visto tu misericordia cada mañana en cada despertar; te alabo por lo que vas a hacer; tienes tan buen crédito conmigo, que no me queda más remedio que alabarte, y nadie me va a quitar el gozo de mi salvación, de servirle a un Dios real, verdadero, a quien decidí un día adorar y solo a Él servir.