23 May Cree en el nacimiento y la resurrección 

En televisión, la dinámica es muy rápida.  En un reconocido programa de televisión en Puerto Rico, nos entrevistaron a un amigo sacerdote y a mí, y en los últimos segundos nos hicieron la pregunta más relevante.  Era imposible responder con la profundidad que amerita, y es por esto que quise tocar el tema con más tiempo.  

La pregunta realmente era una afirmación: creo en el nacimiento, pero me cuesta creer en la resurrección.  Pero si crees que nació, la pregunta es cómo crees que nació.  ¿Crees en el nacimiento virginal, milagroso, de nuestro Señor Jesucristo?  Si no crees en ese tipo de nacimiento, sino en otro, entonces se entiende por qué no crees en la resurrección.  El argumento sería que si crees que nació de una virgen de forma milagrosa, ¿por qué no puedes creer en la resurrección?  Porque una cosa contradice la otra, no guardan congruencia.  Hacia eso iba dirigida la respuesta del Padre Willy; la resurrección es una parte de lo que él vino a hacer; él nació para morir y resucitar.  Si no ves el milagro de su nacimiento, no puedes creer en la resurrección.  

Mi respuesta iba dirigida al hecho de una experiencia.  Los eventos en la historia cambian al mundo, transforman la vida de la gente.  Nadie es igual después del 9/11.  Todos somos diferentes.  Nadie será igual después de la pandemia.  Nadie es igual luego de pasar tanto tiempo de encierro, tener la mascarilla puesta; no vamos a regresar a nuestros lugares de la misma manera.  El evento cambió la historia.  Eventualmente, nuestras historias del evento serán las que cambien las vidas de otros, nuestra interpretación de lo que pasó.  Así que, hay dos cosas: el evento, y la interpretación que luego se da, que va cambiando la vida de las personas.  

La razón por la que podemos creer en la resurrección es porque lo vemos en las vidas de la gente transformadas que por fe han creído en el nacimiento, en la muerte y en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.  El testimonio más vivo de que eso es real es el poder transformador del que pueden dar testimonio miles y miles de personas a través del mundo, que hoy pueden decir que sus vidas han sido cambiadas porque un día creyeron en el nacimiento, en la muerte y en la resurrección de nuestro Señor.