15 Mar Si Conoces al Yo Soy, tú Puedes   

El juego hoy es uno de definiciones.  Como no te pueden dominar, te quieren convencer de una definición incorrecta para detenerte.  Ese siempre ha sido el engaño.  Y la fe te ayuda a definir porque la fe te enfoca en el objeto o persona correcta, que es la que te va a definir.  

La fe no es para atraer, sino para llevarte.  La fe no atrae la tierra prometida; te lleva a la tierra prometida.  

“22 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.”  Mateo 14:22-26  

Ya había tormenta, pero no se nos dice que ellos tuvieran miedo, sino hasta que vieron un fantasma.  A los discípulos, en esta ocasión, no les asustó tanto la tormenta, sino la solución.  Vieron al fantasma y como no lo pueden definir, les da miedo.  Todo lo que tú no puedas definir, te da temor.  Como no podían definir que era Jesús, empezaron a dar voces de miedo.  

“27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”  Mateo 14:27  

Las dos palabras más poderosas de las que les dijo Jesús, fueron: yo soy.  Cuando tú conoces el Yo Soy, entonces, desde ahí, tú puedes.  Tú nunca podrás, si primero no conoces el Yo Soy.  

Tú no puedes convencerte de que puedes, hasta que no conoces quien eres.  Cuando sabes quién eres, entonces, se abre ese mundo de que tú puedes.  El que no entiende esto, toda su vida trata de ser algo que no es.  Jesús les dice: Yo soy.  

“28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.”  Mateo 14:28  

Pedro sabía que la fe no es para atraer, sino para ir.  

“29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.”  Mateo 14:29  

Por un momento, se olvidaron de que tenían que cruzar al otro lado, se olvidaron de la tormenta, y se olvidaron de meter a Jesús en la barca.  La super fe que predican algunos es: Señor, voy al otro lado y nada me detendrá.  Otros predican: Señor, calma la tormenta, calma todo a mi alrededor, oro para que todo problema se vaya, desaparezca.  Otros oran: Señor, métete en la barca porque, si tú estás en la barca conmigo, todo va a pasar.  Pero habemos otros que oramos: si tú eres, no importa para dónde yo iba, no importa si hay tormenta y no importa si estás conmigo en la barca, yo voy a hacer algo en esta situación que de otra manera jamás habría hecho porque ahora conozco quién eres; y como eres tú, ahora yo voy a caminar hacia donde tú quieres que yo vaya.  Como sabes que es Él, ahora tú puedes hacer algo que de otra manera jamás ibas a hacer; como sabes que es Él, ahora sabes que puedes porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece.  

Cuando tú tienes super fe es cuando conoces quién es Él, y cuando conoces quién es Él, aceptas su llamado para hacer en medio de la tormenta, en medio de la crisis.  Cuando tú ves el fantasma de las deudas, de la pobreza económica, Él te dice: tranquilo, estoy aquí, yo soy, voy hacia ti, pero puedes venir tú acá mejor.  

Olvídate de la pandemia, olvídate de la barca; en medio de todo esto, atrévete a caminar hacia la promesa que Dios te ha dado.  

Atrévete a caminar, no para tener, sino para hacer todo lo que Dios te prometió que tú ibas a hacer.  Cuando tú comienzas a caminar, eventualmente, la tormenta se va a calmar, vas a llegar al otro lado, Jesús se va a meter en la barca y va a calmar la tormenta, pero si no hubiera habido tormenta, si no hubiera habido ese problema, esa dificultad, jamás Pedro hubiera caminado sobre las aguas.  

Olvídate de la tormenta, de lo que está pasando.  Atrévete a caminar bajo la autoridad de Aquel a quien tú has conocido.  Como Él puede, todo tú lo puedes en Cristo que te fortalece.  Esa es la verdadera súper fe.  Deja de estar sentado en tu casa esperando que las cosas pasen, y atrévete a salir, a caminar hacia el destino que Dios tiene para tu vida.  Ahí es donde tienes que llegar.  

Pedro fue un hombre que tenemos que admirar.  Pero hablemos de Josué por un momento; qué diferente fue su liderato al de Moisés.  Moisés fue un buen líder para el desierto, pero los líderes que te ayudan en el desierto, no necesariamente son los que te van a llevar a la tierra prometida.  Los líderes que te ayudan a salir de Egipto, no son necesariamente los que te van a llevar a la tierra prometida.  De las primeras razones por las que no te van a llevar a la tierra prometida, es porque no han estado allí, solo la han visto.  Pero Josué la vio, caminó por ella, sabía cómo entrar.  El liderato de Moisés es bien diferente al de Josué porque el de Moisés se queda a la distancia y levanta la mano para que Dios haga; el de Josué es diferente porque si no hacemos, no conquistamos nada.  El liderato de Moisés alzó la vara para que se abriera el mar y el pueblo cruzara; el de Josué fue: prepárense porque mañana vamos a caminar, y aquí no venga nadie a llorar, a quejarse; esto es lo que va a pasar: van a ver unos sacerdotes llevando el arca del pacto, y ustedes los van a seguir; no van a estar pendientes a una señal del cielo o del monte, que una vara se levante; no, ustedes se van detrás de unos locos que van a coger el arca del pacto y van a comenzar a caminar hacia la promesa.  Y aquellos hombres comenzaron a caminar hacia la promesa, y detrás de ellos, dos millones de personas les siguieron.  Pusieron un pie en el agua, y no se abrió, pusieron otro y tampoco, y tuvieron que seguir todavía con el peso de la presencia de Dios sobre ellos.  Hay historiadores que dicen que no fue sino hasta que tuvieron el agua al cuello que entonces se abrió el río Jordán.  

Aunque tengas el agua hasta el cuello, comoquiera, sigue caminando, pero no mueras en el desierto toda tu vida.  Se abre porque se abre, porque la tierra no va a cruzar hacia donde tú estás; eres tú quien tiene que cruzar.  

No pongas más excusas para no prosperar, para no alcanzar grandes cosas.  Todos tenemos problemas, deja de llorar y lamentarte, comienza a caminar sobre las aguas, sobre la tormenta, sobre el problema, y vuelve y levántate una vez más mañana y vuelve y camina porque hacia a la promesa es que tienes que dirigirte.  

Eso es lo que vemos en la vida de Pedro.  Cuando Cristo se encuentra con Pedro la primera vez, lo ve con unas barcas vacías; se las llena, y Pedro arrastró las redes hasta la orilla y se tiró ante el Maestro, y el Maestro le dijo: sígueme, y te haré pescador de hombres.  Pedro nunca siguió a Cristo por lo que le podía dar, sino por lo que le prometió hacer de él.  Pedro es el hombre que más milagros económicos tiene en el Nuevo Testamento.  Un día, tenía que pagar impuestos; pescó, y ahí estaba la moneda.  Otro día, cuando estaba deprimido y triste en las barcas, el Señor se le apareció allí, y le dijo: tira a la derecha.  Y cuando tiró, había una gran cantidad de peces.  Pero en esta ocasión, hizo algo diferente.  No arrastró las redes, sino que se puso la ropa y se tiró a nadar para encontrarse con el Señor.  Porque el Pedro que ahora había allí era uno transformado, que sabía que siempre tendría, mientras persiguiera a Aquel que definía su vida.  Siempre iba a tener, mientras hiciera lo que tenía que hacer, que era buscar a Aquel que por tres años y medio lo había definido de una manera diferente.  Solo Jesús podía ver la grandeza de Pedro; solo Jesús, de un Simón, podría decir: Tú que eres inestable -porque eso significa Simón – yo te digo que tú eres Pedro.  

El único que te va a definir de la manera correcta es el Dios Todopoderoso.  

Y ahora, Pedro sabía que no necesitaba ya aquellos peces.  Se vistió, y lo grande es que, cuando llega a la orilla, Jesús le tiene un pececito a las brasas.  Porque nadie pierde persiguiendo a Jesús, nunca.  Él es el que define tu vida.  Y esa es la super fe de la que tenemos que hablar: la fe que define quien tú eres.  

Camina confiado hacia la promesa de Dios para tu vida.  

El camino no necesariamente va a ser fácil, no va a ser color de rosa necesariamente, pero nadie te va a definir, solo el Dios al que tú has servido.  Camina con valentía, con fe.  De eso se trata.  

Siéntete orgulloso de seguir este ministerio.  No somos perfectos, pero siéntete orgulloso de creer en prosperidad, de creer en la fe.  No predicamos el fatalismo que se oye allá afuera de gente que piensa que todo se va a poder peor.  La escatología que predicamos no es derrotista, y predicamos una fe de conquista, sabiendo que en la consumación de los tiempos, en ese tiempo glorioso donde nuestro Señor, de una vez y por todas, reine, será una iglesia gloriosa, de victoria, de bendición.  

¿Cuál fue el peor momento de Jesús y sus discípulos?  La cruz.  Ese día, por una semana, todo se puso patas arriba.  A aquel que amaban, lo odiaban; a aquel que era el Salvador, lo aniquilaron.  Por tres días, esa gente se deprimió.  Todo parecía que se iba a perder y que se había perdido, pero detrás de todo lo malo que parecía que estaba pasando, había un milagro gestándose, y es que Cristo iba a resucitar.  

¿No podemos pensar que aunque hoy las cosas se vean tan mal, hay algo que Dios está preparando que, cuando lo veamos, va a ser glorioso?  Tú estás conectado al ministerio correcto.  No dejes que nadie te haga comer de la manzana incorrecta.  Muchos creemos en el mismo final, la diferencia está en cómo llegamos a ese final.  Nuestra manera de creer no nos afecta, sino que nos beneficia; la de otros, tú no deberías quererla.  Todos vamos a llegar al mismo final, la diferencia es cómo llegamos.  Decide llegar con una definición de que tu Redentor vive y Él te va a levantar y te va a dar victoria.  

Atrévete a decir que tú le crees a Dios por encima de todas las cosas, que aún de las cenizas, Dios te puede levantar; del polvo, Él te puede levantar.  Atrévete a mirar al mundo y decirle que tú no estás esperando que nada te llegue, que tú vas a caminar hacia lo que Dios ha dicho que tú vas a caminar.  No se trata de lo que tienes, sino de lo que eres.  Independientemente de la cantidad de tus posesiones, tú eres bendecido, eres próspero, eres un hijo de Dios, y como tal caminas cada día.  No comas de la manzana incorrecta, créele a Dios.