Tu Responsabilidad en el Huerto
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Tu Responsabilidad en el Huerto

15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.”  Génesis 2:15  

Este es el punto culminante de la creación.  En Génesis 1 se nos describe cómo, poco a poco, Dios va formando la tierra, el Universo, va dándole orden a lo que estaba en desorden.  Y ahora llega el punto culminante de manifestar la intención de crear y de formar al hombre.  Y tan pronto lo forma, lo crea, lo pone en este lugar, le da un trabajo y pone en él la capacidad de guardar, de trabajar, de laborar aquello que Dios había creado.  Mira el privilegio que Adán tenía, aquello era una responsabilidad.  Dios tomó la creación de la tierra y la puso en manos del hombre para que la trabajara, la desarrollara, la multiplicara.  Dios acababa de reconstruir, recrear el mundo que estaba en desorden.  Si tú fueras a darle algo preciado a alguien, luego de trabajarlo, una propiedad por ejemplo, si necesitaras alguien que la administre, ¿tienes a alguien en quien puedas confiar?  Eso fue lo que pasó con Dios; creó el mundo, el Universo, todas las cosas, y ahora tiene algo bello, hermoso, y pone al hombre allí y se lo entrega; le dice: aquí está, te lo doy para que tú lo guardes, lo mantengas, lo trabajes y lo pongas a producir.  

A través de los tiempos, por causa de la mala fama, de la prensa, de algunos errores que algunos emprendedores y empresarios han cometido a través de su vida, hay un sinnúmero de ideologías también que han estado afectando el pensamiento social y cultural se ha puesto un estigma demasiado negativo en aquellos que tienen ese llamado y esa habilidad, y sobre todo, la responsabilidad de emprender.  Cuando Dios pone en Adán la tierra para que la trabaje y la labre, tienes que saber que Dios está confiando en sus capacidades, habilidades, y le está dando una gran responsabilidad.  Lamentablemente, muchos en este tiempo han limitado sus habilidades, su potencial, su capacidad de utilizar los recursos que Dios les ha dado, simplemente, por la mente negativa de que es incorrecto el querer prosperar, avanzar, emprender.  Se ha puesto este estigma tan grande y negativo en la mente de muchos, que tú que tienes el talento, el llamado, no quieres aceptar la responsabilidad divina de tomar aquellos recursos que Dios ha puesto en esta tierra para trabajarlos, multiplicarlos, aumentarlos, y darle con ellos gloria a Dios.  

Dios escogió al hombre para darle el más grande recurso y que lo pueda multiplicar.  

Está bien ser emprendedor, ser empresario, es correcto el tú desear emprender y avanzar; si ya has identificado dentro de ti que tienes las habilidades y las cualidades divinas para poderlo hacer, tienes que vencer el estigma que el mundo ha querido poner sobre aquellos que desean emprender, avanzar.  Atrévete a lanzarte para lograr hacer todo lo que Dios te ha prometido.  

Una de las razones por las que muchos no emprenden y dicen que emprender no es correcto, es por el desgaste emocional, físico, el estrés, la ansiedad, la presión que a veces se puede experimentar en un proceso de emprendimiento, de avanzar financieramente, específicamente, en el proceso de emprender.  Muchos, cuando comienzan a avanzar en las empresas, se dan cuenta del sacrificio, del esfuerzo, de lo complicado que es el asunto; y esto los detiene porque piensan que esto es demasiado problemas, demasiado riesgoso, problemático.  Pero en cualquier trabajo hay complicación, en cualquier área en que te desenvuelvas, vas a tener diferentes momentos de presión, limitaciones; tienes limitaciones de un horario, tienes un espacio en el que tienes que trabajar, producir, hacer ciertas cosas.  Te encontrarás que en ocasiones el ambiente no es el correcto.  Lo que hacía especial al huerto del Edén no era que no existiera trabajo, labor, la necesidad de Adán de esforzarse; lo que hacía de aquel lugar uno placentero y hermoso era la comunión que Dios tenía con Adán mientras Adán ejercitaba sus habilidades y sus capacidades en la presencia de Dios.  Era la comunión de Dios con el hombre lo que hacía al huerto del Edén hermoso.  Era la continua presencia de Dios y conexión divina mientras el hombre trabajaba y se esforzaba.  

Hay personas que tienen la ilusión de que en el huerto del Edén no había trabajo, que no había lucha, esfuerzo y sacrificio, pero no era así; Adán tenía la responsabilidad de producir, de trabajar, de actuar; tenía que esforzarse; pero lo que hacía de aquel lugar un paraíso no era la ausencia de trabajo ni los grandes resultados, sino la comunión divina, la presencia de Dios con Adán mientras trabajaba.  

No se trata de que todo el mundo tenga un negocio porque no todo el mundo lo quiere.  Se puede prosperar a través de las corporaciones, tener un gran trabajo, algo a medio tiempo, una empresa pequeña que te ayuda a lograr ciertas metas; de ninguna manera tratamos de provocar que gente que no fue llamada a emprender, lo haga; lo que queremos asegurarnos es que si tú fuiste llamado a emprender, tienes habilidad para emprender, te atrevas a hacerlo, a creerle a Dios y quites de tu cabeza y de tu mente la culpabilidad, la condenación, el estigma que pone el mundo respecto a eso.  Pero más importante, entiende que no importa si eres empleado, emprendedor, lo único que hará que haya realmente plenitud y disfrute en todo lo que tú haces es si la presencia de Dios está contigo.  Por lo tanto, si estás a cargo del mantenimiento de una empresa, por ejemplo, no tendrás paz mientras hagas eso y no estés en comunión con Dios.  Es en tu comunión con Dios mientras laboras, lo que crea que tu ambiente sea uno placentero.  

En el otro extremo, aquel que es emprendedor, empresario, que quizás tiene gran cantidad de empleados y económicamente ha prosperado y avanzado a niveles mucho más grandes, no tendrá plenitud en su vida mientras no esté en comunión con Dios.  Es mientras tú emprendes, mientras trabajas, mientras caminas en comunión con Dios, que puedes disfrutar del huerto del Edén.  

Muchos no progresan, no prosperan, porque no están dispuestos a aceptar la responsabilidad de las cosas que tienen que hacer; y algunos que aceptan la responsabilidad, lamentablemente, nunca tienen plenitud, nunca disfrutan de aquello que hacen, nunca crean un huerto del Edén en sus vidas, simplemente, porque no aprenden a tener comunión con Dios, mientras están trabajando, labrando el huerto del Edén que Dios ha puesto en sus vidas.  

Todo lo que tú hagas, ya sea en un trabajo regular, o toda empresa que tú hagas, si no lo haces en comunión con Dios dentro de todo el proceso, obedeciendo a Dios y siguiendo la dirección divina de lo que tienes y no tienes que hacer, no será un huerto del Edén, no será placentero, no será un lugar donde tú puedas disfrutar de aquellas cosas que tienes que hacer.  

Oro por que tengas la capacidad de trabajar de manera tal que tu entorno se vuelva un huerto del Edén, un lugar placentero, un lugar de disfrute, donde puedas ver a Dios en todo lo que haces, y que puedas creerle a Dios por esas cosas maravillosas y grandes que Él tiene para ti.  

El huerto del Edén era un lugar de paraíso no porque no existiera trabajo, no porque no se tuviera que esforzar Adán, sino porque había comunión mientras Adán laboraba en aquel lugar.  Mientras haya comunión con Dios, siempre habrá un huerto del Edén. 

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