21 Jan Lo que Queda atrás
¿Qué va a tomar en tu vida para que tú medites y reflexiones en los cambios que tienes que hacer? ¿Qué cosas tienen que pasar para que te sientes y medites y hagas los ajustes necesarios?
Hay dos momentos cruciales en los que un individuo tiene esa experiencia. Cuando llega a un punto de tantos problemas, dificultades, que no le queda remedio que pensar y decir: algo estoy haciendo mal, tengo que tener un nuevo punto de partida. Lamentablemente, hay quien nunca reacciona, nunca reflexiona, pero la mayoría de nosotros, cuando llega a un punto de dificultad y contradicciones y complicación, se tornan a la reflexión, meditan qué cosas tienen que cambiar, mejorar. Pero lo mejor que puede pasar en la vida de un cristiano es que cada vez que reciba una bendición, esa bendición le haga reflexionar. Los cristianos no tenemos que llegar al punto del problema y de la crisis y de la dificultad para meditar y pensar que la bendición que recibimos, la bendición que Dios nos da a pesar de quienes somos, a pesar de nuestras experiencias, de nuestras vidas, de nuestro pasado, por encima de todo eso, reflexionamos para aprender realmente a tener total dependencia de Dios.
Eso fue lo que le pasó al apóstol Pedro cuando se tiró de rodillas la primera vez que Cristo le llenó las barcas. Si algo maravilloso tenía Pedro es que sabía que, sin Jesús, nada era; y desde el primer día que se encontró con Jesús, lo amó, lo quiso defender, proteger, siempre dejó todo lo material atrás, reconociendo que todo lo que tenía le pertenecía al Dios Todopoderoso y que, sin él ser la persona más inteligente, la más culta.
Hechos 4, luego del apóstol Pedro haber estado predicando en los primero capítulos, luego de que se sana un enfermo a través de su predicación, en el capítulo 4 hay un verso poderoso porque aquella sanidad de aquel enfermo hace que Pedro pueda exponer la palabra ante gente importante; y dice que cuando la gente lo vio hablar, sabiendo que no era hombre digno, que no era culto sino del vulgo, sabía la gente que había estado con Jesús. Lo que convencía a la gente no era su inteligencia, si capacidad de oratoria, sino que cuando lo veían, decían: este verdaderamente caminó con Jesús. Pedro siempre fue esa persona que siempre reconoció que lo que él era y lo que él tenía solo provenía de Dios. Cuando tú entiendes eso, tu vida cambia.
Lo mismo lo vemos con el apóstol Pablo, pero en otra dirección. Pedro era un emprendedor, empresario, no tenía muchos estudios; era un hombre trabajador, esforzado, pero no hablaba tan bien, no hablaba varios idiomas, su comienzo fue uno humilde o sencillo, no era el hombre que cualquiera buscaría o escogería para unir a su grupo. Otros hubieran buscado a otra persona, pero Jesús lo encontró a él y vio la disposición del corazón. Más adelante, vemos el contraste con el apóstol Pablo, que es todo lo contrario a Pedro; tenía varias ciudadanías, hablaba varios idiomas, sabía hablar, tenía buena oratoria, sabía exponer ante los demás, era reconocido, tenía títulos, experiencia, credenciales. Es interesante que Dios pueda usar a alguien que, ante la sociedad no cumplo con muchos requisitos o no ha alcanzado mucho, y también pueda utilizar a alguien que delante de la sociedad tiene mucho; lo único es que al empezar en lugares diferentes, la actitud tiene que ser la misma, pero desde lugares diferentes. A Pedro nunca se le podía subir a la cabeza todo lo que Dios había hecho con él porque él tenía que recordar de dónde Dios lo sacó, pero Pablo no podía seguir a Cristo sin rendir ante él todo lo que él era. Por eso es que Pablo repetidamente tiene que decir: todo lo doy por basura, lo dejo a un lado, nada de esto importa, nada de esto me sirve. Él decía: hablemos de credenciales; fui circuncidado al octavo día, se idiomas, soy diplomático, tengo credenciales, pero todo eso lo doy por basura para seguir a Cristo. Mi punto de partida -decía Pablo – no es todo lo que tengo, sino todo lo que he dejado. Y es ahí donde quiero llevarte.
Los más grandes puntos de partida no se encuentran cuando tú alcanzas algo. Es más, tu felicidad, la felicidad genuina no se encuentra al alcanzar algo, sino cuando finalmente dejamos cosas del pasado que tenemos que dejar. Experimentas verdadera libertad cuando, en vez de meramente buscar y perseguir, dejas atrás. Porque todo lo que alcanzas, puede en un momento dado atarte y puede hacerte infeliz. Puedes volverte esclavo de la imagen que crees en las redes, por ejemplo. Tienes que aprender a vivir por encima de todas esas cosas. Por encima del título, del prestigio. Hay quien se agarra y se amarra a esas cosas, y sin eso no podrían vivir, sin el reconocimiento. Es depresivo para algunos cuando piensan que no son lo importante que eran para otro; pero cuando lo realizas y dejas atrás esas cosas que te ataban y te amargaban y que tú pensabas que te construían, ahí es que tú experimentas libertad y felicidad.
“12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-14
Una sola cosa hago: dejo atrás, abandono; lo que he logrado hasta hoy no me ata, no me amarra, soy capaz de dejarlo y moverme a lo nuevo que Dios tiene para mí, a la nueva experiencia que Dios tiene para mí, a la experiencia de mi transformación. ¿Por qué es tan poderoso dejar algo para tener un nuevo punto de partida? ¿Por qué trae tanta felicidad en la vida de una persona? Porque hay un proceso interno de transformación donde gradualmente todos vamos descubriendo y despertando a cosas que sabemos que no están funcionando. No todo el mundo despierta de un día para otro, pero la gente que va en un proceso de revelación va poco a poco dándose cuenta de que hay cosas que ya no están funcionando. Vas realizando que no necesitas de ciertas cosas, te vas dando cuenta que deben haber otras prioridades. A muchos, la pandemia les hizo despertar. Te diste cuenta que hay cosas que puedes vivir sin ellas, cosas que te amargaban, que te preocupaban. Al principio pensabas que iba a ser rápido y tomaste medidas, pero poco a poco te diste cuenta que no, fuiste realizando, despertando, dándote cuenta de lo que sí necesitas y lo que no; y es en ese momento que vas despertando donde entonces comienzas a realizar las cosas que tienes que dejar para realmente realizarnos en un nuevo “yo”, en una nueva persona. Y eso es lo que trae felicidad, verdadera alegría.
Ese despertar te va llevando poco a poco a conocer que no hace falta tanta fuerza para dejar cosas. Lo que hace falta es más conocimiento. Para dejar cosas del pasado, del ayer, y tener una nueva vida, un nuevo comienzo, no hace falta tanta fuerza. Hay gente que quiere perdonar y piensan que eso les va a requerir fuerzas, pero perdonar no requiere fuerzas. Es que estás pensando que el dejar cosas depende de fuerzas, y el dejar nunca depende de fuerzas, sino de conocimiento al que tú despiertas, y el conocimiento no requiere fuerzas para tenerlo. Hay montones de cosas que dejaste en la pandemia por obligación porque te forzaron pero ahora despertaste a entender que no las necesitas y lo que te da la capacidad de sostenerte en esta nueva vida, no es la fuerza de vivir sin esas cosas, sino el conocimiento que tienes de que no tienes que tenerlas; y si hubieras tenido ese conocimiento antes, las hubieras dejado antes, pero pensabas que por la fuerza era que lo podías resolver. Por eso es que es importante el despertar, por eso es que el apóstol Pablo lo que dice es: un día algo me hizo despertar a algo más grande y por eso que yo desperté lo dejo todo y sigo buscando el conocimiento de eso; y está hablando de Cristo.
Todos de alguna manera u otra, sabemos que no podemos movernos hacia el futuro, hacia el mañana y tener una nueva vida, si no dejamos cosas atrás, en el pasado, en el ayer, si no liberamos nuestra carga. Lo que pasa es que a veces la gente pretende hacerlo con fuerza, pero no es con fuerza, sino con un nuevo conocimiento, con revelación, con entendimiento, comprendiendo quienes somos y hacia dónde Dios nos quiere llevar y que podemos ver entonces nuestra vida de la manera correcta. Es cuando podemos entender al que está a nuestro lado, cuando podemos ponernos en los zapatos de otro, ver el mundo de una manera diferente y realizar quienes somos en Cristo Jesús. No es difícil dejar cosas atrás, abandonar cosas. Todo aquel que está buscando hacerlo con fuerzas, obligarse, es el que fracasa en la dieta, en las relaciones, en todo porque lo quiere hacer por fuerza. Pero el día que tú despiertas a una nueva consciencia, el día que Cristo habla a tu vida, dejar las cosas del pasado no debe ser ningún problema, sino todo lo contrario; lo que pasa es que, mientras construimos nuestra vida basado en eso, entonces, más nos atamos. Pero el día que tú despiertas a esa realidad, entonces, tu vida comienza a cambiar.
Lucy
Posted at 11:27h, 21 JanuaryHermoso!!! Gracias
Jhon
Posted at 13:11h, 21 JanuaryAmén, aleluya, Gloria a Dios
Edith Magaly Paz Rivera
Posted at 15:24h, 21 JanuaryMuy bonita reflexión quiero pedir oración para poderte dejar atrás el pasado que tanto me ha dañado
Posted at 20:02h, 01 February
Bendiciones Edith, oro para que el Señor te de el consuelo y el discernimiento que necesitas para que puedas dejar atrás todo pasado que te ha hecho daño de alguna manera u otra.
Alicia F.Glez
Posted at 22:24h, 21 JanuaryAmén, amén! Gracias por compartir la Palabra de Dios de luz para nuestro camino, Bendiciones de lo alto Pastor Otoniel y toda la familia
nairobis jauregui
Posted at 22:13h, 22 Januaryexcelente enseñanza pastor, son las respuestas a mis problemas entren soltar el pasado y seguir
en direcciòn a lo que Dios quiere en mi vida , gracias..
Dios lo bendiga
Evelinda D.Jaimes
Posted at 10:37h, 25 JanuaryAmén Gracias por esta palabra
Ernesto Arevalo
Posted at 13:00h, 19 MarchAsí es, gracias