Gracia para Acceder, Fe para Pedir
11784
post-template-default,single,single-post,postid-11784,single-format-standard,bridge-core-3.0.5,mec-theme-bridge,qi-blocks-1.2.6,qodef-gutenberg--no-touch,qodef-qi--no-touch,qi-addons-for-elementor-1.6.9,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-29.1,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-6.9.0,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-14558

Gracia para Acceder, Fe para Pedir

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”  Lucas 15:11-19  

La actitud del hijo menor al principio fue dame, pero ahora es hazme.  Es un cambio de actitud bien poderoso cuando, en vez de decirle a Dios meramente dame, le dices hazme.  Comienzas a tener un cambio, una transformación.  

Contrastemos.  El hijo necesitaba el cambio de entender que el padre tenía que hacer una obra en él, pero miremos la otra parte de la historia.  

20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.”  Lucas 15:20-28  

El padre no sale a buscar al hijo menor, sino que se queda en la casa; pero cuando se trata del hijo mayor, que está allí en aquel lugar, el padre no tan solo sale a buscarlo, sino que le ruega que entre.  Así hay cristianos que hay que rogarles para que entren a la fiesta.  

29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”  Lucas 15:29-32  

El padre le dijo: tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas.  Queriendo decir: si todas mis cosas son tuyas, demanda, pídelas, tómalas, son tuyas.  

Estamos hablando del punto de partida, de cómo en medio de las tragedias y dificultades, siempre Dios te da la capacidad de comenzar de nuevo, de tener un nuevo punto de partida.  Y tenemos que tener la atmósfera correcta en nuestro corazón y en nuestros pensamientos, para que eso pueda realmente ocurrir.  Tu alma no puede retroceder y no puede permitir que las circunstancias hagan que tu alma se achique y que no te permita entonces moverte hacia esa nueva dimensión o dirección desde el punto en que te encuentras hoy.  

En estos versos, lo que vemos es el balance entre la fe y la gracia.  Estos son dos conceptos que la gente cristiana entiende, pero a veces los entiende por separado o no los combinan para sacar el máximo potencial.  La gracia te da acceso, pero la fe pide aquello para lo cual tienes acceso.  La gracia te da acceso, pero si no pides y no demandas, nada va a ocurrir.  El hecho de que tengas acceso a algo no quiere decir que vas a disfrutar de él.  

Cuando hablamos de la gracia de Dios, hablamos de esa extensión del carácter de Dios que nos recibe y nos abre las puertas y nos da la oportunidad de una verdadera relación con Él.  Es a través de esa gracia, de ese poder de gracia, que nuestras vidas son restauradas.  Ese es el ejemplo que vemos en la vida del hijo menor.  La experiencia que él tiene es una experiencia de gracia; él peca, falla, y por la gracia y la misericordia del Padre, es recibido por el padre, le abre las puertas y le da acceso a tener una nueva vida.  El peligro que puede correr el hijo menor es que, aunque ha tenido acceso por la gracia y la misericordia que el padre le ha extendido, puede cometer el error de convertirse en una persona igual que el hijo mayor.  El hijo mayor no necesita gracia, misericordia, sino fe para demandar aquello a lo cual ya tiene acceso.  El hijo mayor lo que necesita es conocer el carácter del padre, conocer lo que le pertenece, e ir a tomarlo.  Él se molesta porque el hijo menor recibe algo por gracia, como un regalo; pero el regalo por gracia no es uno constante.  El hecho de que el padre le diera un anillo, matara al becerro gordo y le pusiera calzado al hijo menor no quiere decir que el padre iba a hacer eso todo el tiempo, a menos que el hijo menor, lo demandara y lo pidiera, teniendo fe dentro de su relación con el padre.  El error del hijo menor sería recibir aquella oportunidad por gracia, y vivir en aquella casa con acceso a todo, pero sintiéndose culpable por lo que pasó, por lo que perdió.  Y esa es la experiencia de muchos cristianos.  

Muchos cristianos predican la gracia, mientras otros predican la fe; pero hace falta el balance entre ambas cosas.  Aquel que predica fe para demandar aquellas cosas a las que tiene acceso por causa de su relación con Dios, necesita entender la gracia de Dios; que es por la gracia de Dios que puede tener acceso a las cosas que Dios le ha dado.  Porque por gracia recibimos.  El hijo mayor pensaba que era trabajando, sirviendo; la fe no obra por lo que haces, sino por la gracia que conoces del Padre.  Pero al otro lado está la gente que por gracia entienden que tienen acceso a las cosas de Dios, pero nunca disfrutan de nada, simplemente, porque no ponen una demanda en el mundo espiritual por aquellas cosas a las que tienen derecho.  

Si necesitas que se active la gracia, vuelve en sí; pero si ya vives en gracia, atrévete a pedir.  

Cuál sería el error de uno que entra en gracia?  El error del hijo menor sería que ahora que su padre le ha dado un nuevo punto de partida, vestido, anillo, calzado, mató el becerro gordo, ahora no lo pueda disfrutar por sentirse culpable por lo que hizo, por lo que pasó, por lo que ocurrió.  Si hace esto, no entendió la gracia de Dios, y no se va a atrever a pedir nada porque una vez pidió y fracasó.  Se estaría volviendo como el hijo mayor, que piensa que la única manera en que va a obtener los resultados que hay en casa de su padre por tener acceso y su relación con él, es por lo que hace.  

Al principio, el hijo con la actitud de “hazme” estaba correcto.  Pero qué es lo que pide que el Padre le haga?  Un jornalero.  En otras palabras; él estaba pasando por un momento y se estaba contaminando con la religiosidad de que es lo que él hiciera lo que le daría derecho a recibir algo del padre.  Esa es la gente que ya tiene acceso a la gracia, pero nunca piden nada por fe.  Y acceso no es lo mismo que tener, que disfrutar.  El papá le dice al hijo mayor: tú siempre estás al lado mío, todo lo mío es tuyo, tú tienes acceso.  La implicación de eso es: lo que tienes que hacer es pedir.  

Y hoy, tú tienes que tener ese punto de partida nuevo en tu vida donde, por la gracia de Dios, sepas a lo que tienes acceso, que borres de tu vida aquello que había en el pasado, porque Él te ha dado el acceso, pero desde ahora en adelante, tienes que atreverte a pedir y a demandar aquello a lo cual ya tienes acceso.  El día que haces eso, entonces, entiendes el balance.  

El padre no iba a tener vagos en la casa, pero los hijos tenían derecho a pedir más allá de aquello por lo que trabajaban.  Los jornaleros hubieran recibido un salario, una paga exacta por el tiempo que trabajaron, pero los hijos tenían derecho a mucho más.  Trabajan, reciben el salario, pero como tienen acceso, lo que pidan lo pueden tener.  Ten hoy la actitud correcta y di: Señor, aquello para lo que tengo acceso, hoy lo reclamo, lo declaro, lo pido para mi vida y lo creo, en el nombre poderoso de Jesús.  

A lo mejor, tú has conocido la gracia de Dios; estudias la palabra, lees, oras; pero se te ha metido en la cabeza esa mentalidad religiosa de que no puedes pedir, de que no puedes tener fe, de que quiénes somos nosotros para pedirle algo a Dios, que Él sabe lo que necesitamos.  Pero la realidad es que, si no pides, nada ocurre.  Si no te atreves a pedir, nada va a pasar en tu vida.  

La mayoría de los milagros que vemos en los Evangelios, fueron provocados porque alguien pidió, alguien se atrevió a pedir, a buscar.  La mujer sirofenicia no se ofendió porque le dijeron perra; que la trataran como les diera la gana, pero que le dieran el milagro para su hija.  La mujer del flujo de sangre; Bartimeo de la misma manera, oyó de Jesús y lo mandaban a callar, y él gritaba más fuerte.  En el Antiguo Testamento, Ana oraba al punto tal que la gente pensaba que estaba loca; ella oraba y ofrendaba una y otra vez.  Hay quien dice que debes orar una sola vez por las cosas, y luego dar gracias y ya, no volver a orar por lo mismo.  Pero cuando hay momentos de ansiedad y de preocupación, momentos difíciles, ora todas las veces que necesites, aunque por lo mismo, hasta que el milagro se dé.  Eso es lo difícil de algunos cristianos; no entrar en extremos y saber moverse entre todo esto.  

Si necesitas gracia, vuelve en sí, arrepiéntete, regresa a Dios; pero si ya estás cerca de Él, atrévete a pedirle porque todo lo que es de Él también es tuyo.

6 Comments
  • Jhon
    Posted at 12:30h, 10 January Reply

    Amén y amén

  • Alicia Farías
    Posted at 12:59h, 10 January Reply

    Amén, Gloria a Dios!! Gracias a Dios,por su Palabra,y a usted Pastor Otoniel por sus enseñanzas, Dios bendiga grandemente sus vidas

  • Arleth
    Posted at 13:17h, 10 January Reply

    Gracias pastor su hermoso mensaje

  • juan carlos ojeda cornejo
    Posted at 16:15h, 12 January Reply

    excelente mensaje, muchas gracias Pastor Otoniel, Dios lo bendiga

  • María
    Posted at 15:25h, 14 January Reply

    Amén maravilloso es tu poder amor, pido en gran manera que bendigas económicamente en todo mis proyectos, para ser de bendición, Yo veré tu mano poderosa cumpliéndome lo que anhelo mi corazón así será en gran manera aleluya gloria al cielo

  • Evelinda D.Jaimes
    Posted at 13:30h, 09 February Reply

    Amén.

Post A Comment