¿Tu Propósito, o el Propósito de Dios?
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¿Tu Propósito, o el Propósito de Dios?

28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”  Romanos 8:28  

Esa palabra “sabemos”, según la traducción del texto original, es “estamos ambos convencidos”.  Así que Pablo nos va a hablar aquí de algo de lo que dice que estamos convencidos.  Y ahí no dice que a todos los que tienen fe, todas las cosas les ayudan a bien; es a los que aman a Dios.  No es la fe.  Y no es tan solo amar a Dios, sino que es a los que conforme a su propósito son llamados.  

29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.”  Romanos 8:29-36  

En otras palabras, antes de contestar estas preguntas, recuerda que en esta vida somos como ovejas que van al matadero; vamos a tener experiencias difíciles; eso es lo que está escrito, que no todo el camino va a ser fácil.  

37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”  Romanos 8:37-39  

Si de algo tú tienes que estar convencido plenamente es del amor de Dios por ti.  El problema es que las experiencias que vivimos nos hacen cuestionar si Dios verdaderamente nos ama porque pensamos: si me ama, no debería yo pasar lo que estoy pasando.  Y cuestionando el amor de Dios hacia nosotros no podemos encajar nuestras experiencias y verlas en el macro del propósito de Dios para cada uno de nosotros.  

El amor viene a ser uno de los temas principales del apóstol Pablo.  Él vincula al creyente al poder más fuerte por el cual debemos vivir.  En 1 de Corintios, cuando Pablo está tratando de ajustar algunas cosas que estaban pasando dentro de la iglesia, que había quienes utilizaban el don de lenguas de forma errónea, gente que hacía desorden en la iglesia, gente que peleaba por los dones, que si unos eran mejores que otros, que si el de profecía, que si el apostolado; y el apóstol Pablo está tratando de poner unas reglas, y dice: no todo el mundo habla lenguas, y el que las hable, que lo haga de tal manera.  Él estaba tratando de aguantar las peleas entre todos, y de repente interrumpe con 1 Corintios 13, y dice: el amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo sufre, todo lo soporta, nunca dejará de ser.  Y comienza a hablar del perfecto amor.  Dice: las lenguas terminarán, cesarán cuando venga lo perfecto; ahora conocemos en parte, pero algún día conoceré como fui conocido.  Y a lo último -dijo Pablo – permanecen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, estas tres, pero el mayor es el amor.  A través de todos sus evangelios, de alguna u otra manera, el apóstol Pablo quería que la gente entendiera que la experiencia más grande que uno podía tener, en medio de todo el plan de redención de Dios, es conocer el amor de Dios en medio de cada uno de nosotros, y que ese sea el vínculo que realmente amarre y ordene nuestras vidas.  Por eso dice que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien.  

Muchos se decepcionan porque piensan que a los que tienen fe todas las cosas les ayudan a bien, piensan que a los que diezman y ofrendan todas las cosas les ayudan a bien; pero eso no es lo que dice el verso.  Todo obra para bien para aquellos que no tienen duda en su vida de cuánto ellos aman a Dios y que conocen el amor de Dios por ellos.  

Uno de los errores más grandes que la gente comete es enfocarse en sí mismos.  En estos versos, el apóstol Pablo nos pone un marco de referencia muy grande; dice claramente que es a los que aman a Dios, pero añade: esto es a los que conforme a su propósito son llamados.  El reto de muchos es que ponen por prominencia el aspecto de la fe y ponen en prioridad su propósito.  Piensan que su relación con Dios se basa en tener fe en Él para que se cumpla el propósito de ellos.  Una de las preguntas que más la gente tiene es cómo descubrir su propósito.  Y lo más grande en tu vida y en tu relación con Dios no es que tú descubras tu propósito, sino el propósito de Dios; y no el propósito de Dios para tu vida, sino el propósito de Dios, para que sepas cómo Él va a encajar tu vida no para tu propósito sino para su propósito, sabiendo que el día que se encaja tu vida en el propósito de Dios, todo lo demás va a hacer sentido y lo vas a recibir en el camino.  

En el momento en que tu basas tu relación con Dios en encontrar tu propósito y en activar tu fe para pedirle lo que tú quieres alcanzar o lo que entiendes que debes ser, automáticamente estás poniéndote en un camino de decepción, de fracaso, donde no va a pasar todo lo que tú piensas, por lo que tu relación con Dios se va a ver lacerada porque te vas a estar cuestionando que si estás creyendo, diezmando, ofrendando, entonces por qué te pasan las cosas que te pasan.  Pero es que nunca se ha tratado de ti, sino del propósito de Dios en tu vida, y del propósito de Él para este tiempo y para esta época, para este momento, de lo cual tú eres tan solo una pieza dentro del juego de ajedrez.  Un buen jugador de ajedrez, cuando dice jaque, te está diciendo que en tantas jugadas más acaba contigo.  El buen jugador de ajedrez sabe anticiparse, ver de antemano las próximas movidas.  Y en el juego de ajedrez no se gana meramente porque te quede la mayor cantidad de piezas, sino porque, las que tengas, las sepas mover estratégicamente para llevar al contrincante a la esquina y terminar con Él.  Por eso es que, en nuestras vidas y en el propósito de Dios, hay cosas que se pierden, que no existen, que se van, que desaparecen, pero el propósito eterno continúa siendo el mismo a pesar de que te coman el alfil, que pierdas el caballo, que hayas tomado una mala decisión y de repente la torre ya no esté ahí.  El propósito de Dios continúa vigente, y eso es en lo que tú tienes que concentrarte.  Pero mientras tú hagas que esto se trate de tu propósito, de tu visión, tu meta, tu idea, mientras vivas para ti, para el yo, entonces, todo lo que te pase lo vas a cuestionar.  

Tiene que haber un momento en que tú entregues tu propósito y tus planes y los pongas en las manos de Dios, y cuando lo hagas, no siempre las cosas van a ser placenteras, pero a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito han sido llamados.  

En la Biblia, vemos el ejemplo de María y José.  Dios escoge a esta muchacha, que no tan solo era virgen, sino que estaba desposada; tenía que cumplir con unos requisitos, no era cualquier persona ni podía estar desposada con cualquier persona, tenía que ser alguien que, lo que Dios iba a hacer, tenía que entenderlo.  Como todos los novios, hicieron los preparativos.  José había preparado la dote, por ejemplo; lo cual no era implicación de propiedad ni de comprar a nadie, sino para certeza del padre de la novia de que aquel prometido tenía con qué mantener a su hija.  Hubo una gran planificación; esta pareja se amaba, tenían planes; los padres estaban de acuerdo, la fiesta estaba lista.  Y de repente, un día, llega un ángel donde María, y le dice: bendecida y favorecida eres entre todas las mujeres.  Aquella mujer se sorprendió: ¿qué clase de salutación es esta?; ¿quién es el que me habla?  Y el ángel le explicó que ella era escogida para llevar a Jesús.  ¿Cómo será esto?  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, su sombra te va a cubrir y quedarás embarazada.  Y ella dijo: hágase tu voluntad.  Y ahora el crucero prepagado ya no existe.  Hay que llamar a la agencia y cancelar el vuelo; ya no necesitaban hotel, sino un hospital para dar a luz.  Ahora, el traje no le iba a servir, sus padres no entenderían ni sus vecinos, se casaría con una barriga.  Ya los planes que habían hecho, no servían.  María tenía que tomar una decisión en aquel momento: o cumplía su propósito y se casaba con el amor de su vida, o amaba más a Dios que a aquel hombre.  ¿Cumplía con el propósito de Dios, o seguía con sus planes?  Lo complicado del asunto es que tenía toda su vida planificada y aquella interrupción le vino a decir que Dios tenía algo más grande para ella, pero no sería bonito.  No sería bonito porque no fue un bebé que planificara, sino que lo planificó Dios.  Cuando la vieran embarazada, pensarían que metió las patas, la juzgarían por el resto de su vida.  En aquella época, quisieron matar a los niños menores de dos años; tendría que dar a luz en un establo.  Y tú tienes que pensar qué es lo más importante en esta vida: tu propósito, o el propósito de Dios.  

Y los que aman a Dios saben que más grande que tú es lo que Él quiere hacer, y que los que le amamos y sabemos que hay propósito para nuestras vidas pero no por ti mismo sino por lo que tú representas dentro del plan de Dios para este tiempo, todo lo que te pase para este tiempo, aunque no lo entiendas, obrará para bien.  La pregunta es si lo amas más a Él de lo que te amas a ti.  

El énfasis de la fe es importante en el contexto de que tu amor por Dios te hace entregarte a su propósito, no al tuyo.  La vida que María vivió no fue la que ella planificó, pero era la que Dios necesitaba que ella tuviera para que tú hoy tuvieras salvación.  No celebramos a María, no le rezamos como otros, pero uno de los problemas de la iglesia evangélica es que, por no querer entrar en eso, no celebran la vida de María y José, que fueron personas que interrumpieron sus planes, todo lo bien que estaban haciendo, para hacer algo única y exclusivamente para que tú hoy tuvieras salvación y vida eterna.  Ella canceló su boda, su luna miel, todos sus planes; José salió huyendo, terminaron en un corral con animales, solo porque un día dijeron: cedo a lo mío para que, a través de mí se cumpla lo que Dios quiere hacer en la humanidad.  Pero no vemos eso, no lo entendemos.  Por eso nos confundimos y por eso no estamos plenamente convencidos.  

La convicción no viene únicamente por fe, sino por amor.  Y nada te puede separar del amor que es en Cristo Jesús.  Ni lo alto ni lo bajo.

3 Comments
  • juan carlos ojeda cornejo
    Posted at 14:09h, 09 December Reply

    muchas gracias por esta palabra Pastor Otoniel

  • Liseth Trujillo
    Posted at 17:11h, 09 December Reply

    Amén y amén y yo lo creo y lo recibo en el nombre que es sobre todo nombre poderoso maravilloso del Señor Jesucristo amén y amén🙏🏽🙏🏽🙏🏽

  • Jhon
    Posted at 02:20h, 10 December Reply

    Amén

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