05 Nov Instrumento de Pecado y de Justificación

Por lo general, la gente reduce la tentación o el pecado al cuerpo.  Para el mundo, todo se reduce a la carne.  Y cuando hablamos de tentación, hablamos de la carne.  

“8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”  Romanos 6:8-14  

“24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”  Romanos 7:24-25  

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”  Romanos 8:1  

Si no miramos estos versos a profundidad y lo que Pablo está diciendo, reducimos el pecado y la tentación al cuerpo, a cuando el cuerpo ejecuta o toma una acción.  Entonces, pensamos que la batalla más grande que el hombre tiene es física; y sí hay una batalla física, sin embargo, el cuerpo es el instrumento de pecado, pero no es el pecado.  El cuerpo es el instrumento de justificación, pero lo que es justificado es tu espíritu.  El cuerpo es el instrumento del pecado; en otras palabras, es a través del cuerpo que tú actúas el pecado, pero el pecado no está en el cuerpo, a menos que el cuerpo esté viciado a través de los tiempos.  Una persona que se vuelve adicta, se vuelve adicto eventualmente el cuerpo; el cuerpo necesita la droga.  Pero la realidad es que puedes meter a una persona en un centro de rehabilitación, y allí no trabajan el cuerpo, sino la mente.  Allí lo primero que te dicen es que admitas: soy alcohólico.  Cuando hablamos de tentación, no podemos reducir el pecado y la tentación al cuerpo porque, al mismo tiempo, una persona que es libre en el espíritu, todavía, siendo redimido, puede ser que como su cuerpo está viciado, todavía cometa cierto pecado con el cuerpo, pero en el corazón es justificado.  Eso es lo duro de percibir.  

Pablo siempre explica: mi cuerpo está viciado de ciertas cosas, pero yo soy justo en mi corazón, soy libre.  Hay personas que les toma más tiempo liberarse del cuerpo, pero el pecado no está en el cuerpo únicamente.  No podemos juzgar a alguien que esté luchando contra la adicción, únicamente porque recaiga en un momento dado.  Lleva una lucha interna y si se le juzga por el pecado, se le está llevando únicamente a lo que es el instrumento, no realmente a la salvación y a la gracia de Dios.  Esto no quiere decir que puedes pecar, sino que hay un proceso a través del cual toda tu vida se va desintoxicando, y al mismo tiempo puedes tener una persona que haya controlado su cuerpo, pero su corazón esté lejos de Dios.  Por eso, puedes tener un montón de santos en la iglesia, que aparentan santidad en la iglesia, pero sus corazones están bien lejos de Dios.  

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”  Romanos 12:1-2  

Llega un momento donde el hombre transformado presenta su espíritu, su alma y su cuerpo a Dios.  O sea, que nuestro cuerpo tiene que ser santificado, libre del pecado; pero toma tiempo, es un proceso por el que pasamos.  Pero tú no puedes cometer el error de simplemente bajar el pecado y la tentación únicamente al cuerpo, porque hay gente que son capaces de controlar el cuerpo, pero la mente y el corazón están alejados de Dios.  

¿Cuándo es que tú experimentas la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios?  ¿Es cuando presentas el cuerpo como sacrificio vivo?  No.  Cuando renuevas la mente.  Porque hay gente que puede presentar el cuerpo como sacrificio vivo, pero la mente no ser renovada; y hay gente que pretende disfrutar de la buena, perfecta, agradable voluntad de Dios por presentar el cuerpo, pero no es el cuerpo presentado en sacrificio vivo lo que te demuestra la buena, agradable voluntad de Dios porque puede ser santo por fuera, pero en el corazón estar totalmente alejado de Dios y no experimentar la verdadera gracia de Dios.  Es el proceso doble por el cual todos tenemos que pasar.  

La gente siempre dice que Jesús vino a hacer un Evangelio más fácil.  Diferimos.  El Evangelio que predicó Jesús es más difícil.  Él dijo: mi yugo es fácil y ligera mi carga.  Pero tú tienes que entender en el contexto que lo dijo y porqué.  

“27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”  Mateo 5:27-30  

¿Cuál es más difícil?  La del corazón.  Jesús lo lleva ahora a un nivel donde quien juzga es Dios porque el único que sabe lo que hay en tu corazón es Él.  Ante todo el mundo tú puedes mostrar un cuerpo santificado, pero el que te puede juzgar en este nivel es solo Dios.  Por eso es que nuestra justicia no viene por acciones, sino por fe.  Porque Dios está trabajando contigo en el corazón.  Y cuando tú haces al mundo sentir culpable porque un día falla en su cuerpo, estás afectando el trato que Dios está haciendo con esa persona en el corazón; porque por eso es que muchos dejan de ir a la iglesia porque se sienten culpables de que todavía no han podido vencer el pecado que hay en el cuerpo, sin darse cuenta que en la iglesia ninguno es perfecto, lo único que queremos es que no te rindas.  Que, cuando cometas un error, digas: voy a luchar con esto, me voy a levantar, voy a vencer porque entiendo lo que Dios quiere hacer conmigo.  A algunos les toma más tiempo que a otros, pero la realidad es que todos tenemos que llegar a ese punto de total consagración delante de los ojos de Dios.  

El pecado no es un acto del cuerpo; el cuerpo es solo el instrumento a través del cual el pecado se manifiesta.  Por supuesto, llega un punto en tu vida donde has pecado tanto que tu cuerpo se puede enviciar.  Y tomará tiempo librar tu cuerpo de ese vicio.  Por cierto, el poder de Dios es tan grande, que sin un centro de rehabilitación, Dios puede librar tu cuerpo de las drogas.  Porque Dios todo lo puede hacer.  Dicho eso, aunque Dios lo puede hacer, sabemos que hay gente, que por la razón que sea, le toma un poco más de tiempo.  Y no podemos llegar al punto de no entender cuál es el proceso por el cual toda persona tiene que pasar.