El Ofrecimiento de la Gran Comisión
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El Ofrecimiento de la Gran Comisión

Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. 3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:”  Lucas 15:1-2  

Luego que comienzan a juzgar a Jesús por comer con pecadores, entonces, Jesús comienza a referirles varias parábolas; la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y luego la del hijo pródigo.  

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.”  Lucas 15:11-12  

El hijo sabía que había unos bienes que le correspondían, y se atrevió a pedirlos.  

13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”  Lucas 15:13-17  

Estas parábolas se refieren a salvación.  Se está juzgando a Jesús por andar con pecadores, por comer con ellos; y ahora él comienza a traer estas parábolas, estas analogías en las que se refiere a la salvación.  Cuando tú tienes una reacción de salvación en tu vida, de las primeras cosas que suceden es que vuelves en sí.  Y la Biblia dice que él obtiene lo que le pertenece, lo malgasta, comienza a vivir de una manera en que no estaba acostumbrado a vivir, y llega una reacción en su vida que lo hace volver en sí.  El padecer le hace volver en sí.  ¿Continuaría con vida de no haber vuelto en sí?  Ya estaba pasando hambre, al punto de desear comer de las algarrobas.  Se podía ver atentada su vida.  Pero volvió en sí, que es lo que hace la salvación en nuestra vida.  Ese es el mensaje que debemos promover.  

Dentro de lo que es el mandato de Jesús, lo que nosotros debemos promover, lo que es la Gran Comisión, tenemos que entender varias cosas:

  1. El ofrecimiento.  Siempre hay un ofrecimiento.  ¿Por qué tenemos que predicar la palabra de Dios y hacerle un ofrecimiento a la gente?  Le decimos a la gente que Dios les va a bendecir.  La realidad es que aunque no te bendijera, Él sigue siendo Dios; pero el ofrecimiento es que Dios te va a bendecir.  La mayoría de nosotros vinimos a los pies de Cristo o mejoramos nuestra relación con él porque hubo una necesidad y sabíamos que había un ofrecimiento en la Palabra que suple esa necesidad, y es por esa necesidad que decidimos integrarnos, conocerla y nuestra vida cambia, volvemos en sí.  Hay un ofrecimiento.  Pero ¿por qué tenemos que ofrecer algo?  ¿Por qué la gente no sirve a Dios simplemente porque Él es Dios?  En la naturaleza de Dios siempre está el dar.  Siempre de su parte va a haber un ofrecimiento.  El mandato, la Gran Comisión, se basa en un ofrecimiento.  Te ofrece vida eterna.  

Te puedes preguntar si el padre sabía si su hijo estaba o no capacitado para recibir todo lo que le tocaba recibir en aquel momento.  ¿Lo has pensado?  ¿Tú crees que el padre no sabía que, cuando se lo diera, lo iba a malgastar?  Piensa entonces, si esto es una parábola y hace referencia a lo que Dios puede hacer en tu vida, ¿será entonces Dios capaz de darte algo en algún momento que ni tú mismo lo puedas saber manejar?  El problema de Dios nunca ha sido lo que te puede dar; su interés siempre es qué tú haces con eso que te da.  El problema de Dios no es cuánto Él te da.  A veces cuestionamos por qué Dios le da a gente que consideramos que no debería darles, pero Dios conoce el corazón de esas personas.  Cuántas experiencias habrá tenido aquel hijo con su padre para que su padre supiera que cuando el hijo necesitara, el corazón de aquel muchacho iba a ser el correcto, y que sabía que el ofrecimiento de su casa era más grande que el ofrecimiento que pudiera hacerle el mundo.  El resultado al final de la historia fue ese: el ofrecimiento de la casa siempre es más grande.  Siempre que hablemos del plan de salvación, de la Gran Comisión, tenemos que hacerle entender a la gente que el ofrecimiento que nos da Dios a través de su casa, es mucho más grande que lo que el mundo te da.  

El trabajo te puede ofrecer algo, pero es mucho más grande lo que Dios te ofrece.  Es mucho más grande el propósito divino, lo que está en sus promesas a través de la palabra de Dios.  

En la capacidad de Dios siempre está el dar, pero Dios da sabiendo la capacidad de tu corazón por las experiencias que has tenido con Él.  

El muchacho malgasta, pero el papá sabía que el corazón de aquel muchacho sabría a dónde regresar; donde el ofrecimiento era mucho más grande.  El muchacho sabía que los trabajadores en casa de su padre eran mejor tratados que lo que él estaba viendo en el lugar donde lo malgastó todo.  Esas fueron experiencias que se dieron en su ambiente de crianza y conocimiento adquirido de su padre, que le llevaron a saber que aquello le pertenecía, que lo podía pedir, que se podía ir, que lo podía malgastar, y que si lo malgastaba y tenía el corazón correcto, cuando volviera en sí, si volvía a casa de su padre, a donde tenía que ir, iba a vivir mejor de lo que estaba viviendo.  

Es imposible que alguien que le sirva al Señor pueda añorar más lo que el mundo le ofrece, que lo que Dios le ofreció algún día.  De eso se trata el ir y hacerle saber a la gente lo que es el plan de salvación o la Gran Comisión.  

20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;”  Lucas 15:20-23  

Pero la reacción de la mayoría de nosotros ante esto, habría sido como la del hermano, cuando se enteró que se estaba haciendo fiesta.  Pero analiza si aquella fiesta era congruente con el pensamiento que tenía el padre de saber que algún día su hijo iba a llegar, pero no sabemos cuántos días habían pasado, por lo que aquel sentimiento pudo haber sido frustración, tristeza, o si la espera fue tal que cuando llegó, podemos en proporción medir aquella fiesta con todos los días que esperaba que su hijo llegara y no llegó.  La fiesta fue grande, pero quizás el sufrimiento lo fue también.  Por eso la fiesta es grande cuando tú vuelves en sí, porque es en proporción a todo lo que has pasado.  La gente no lo entiende, pero tú sabes lo que has vivido.  Pero como tú sí sabes, puedes decirle a la gente cuando vuelva en sí: ahora la fiesta es grande, por todo lo que pasaste y porque el ofrecimiento de Dios es mucho más grande; ahora tu vida puede experimentar fiesta.  

Quizás la fiesta en la vida del creyente no es constante, y toca pasar el otro aspecto; el preguntarte si llegará o no llegará lo que estás esperando, pero la expectativa que tenemos es de todo lo grandioso que puede hacer Dios.  La buena noticia es que no importa lo que hayas esperado, cuando llegues, la fiesta va a ser grande, y es grande por el ofrecimiento.  

El becerro gordo se guardaba para una ocasión especial, así que por una temporada grandísima el padre no había hecho celebración porque la casa no estaba completa; la llegada del hijo fue el momento de celebrar, invitó a todo el mundo a celebrar que su hijo ahora era salvo, porque su hijo -que estaba perdido – había regresado.  

22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”  Lucas 15:20-23  

Luego de esto, vemos al hijo reclamándole al padre por celebrar tanto al hijo que se había ido y malgastado todo, pero dice más adelante:

32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”  Lucas 15:32  

Lo que hace la Gran Comisión en la vida de la gente es que sean hallados.  Pero nada es hallado, si en algún momento no te perteneció.  Para Dios no hay un plan b.  Las parábolas que se nos presentan en Lucas 15, todas son de algo que se había perdido; una oveja, una moneda y ahora este joven.  La moneda se buscó, la oveja también; el hijo se esperó.  Porque el ofrecimiento se le hace a dos tipos de personas: a gente que hay que irlos a buscar porque su conocimiento no fue suficiente como para esperar a que su corazón les diga que tienen que regresar y saber a dónde; y hay otros que lo que hay es que sentarse y saber que van a regresar porque vivieron tanto del ofrecimiento de Dios que se van a dar cuenta que el ofrecimiento de Dios es mayor que lo que ofrece el mundo.  Pero hay quienes nunca han conocido el ofrecimiento de Dios, y hay que ir a buscarlos; pero ambos le pertenecen a Dios, y lo que hace falta es gente que se levante y le crea a Dios y que hayan vivido el ofrecimiento de Dios en su vida, para que vayan donde otros y les digan: es mucho más grande y te puedes hallar, te puedes encontrar; donde te encuentras no es necesariamente el lugar donde vas a estar, pero si reconoces lo que Dios ofrece en tu vida, si reconoces -a través de una relación – que eso es tuyo, y si Dios conoce lo íntimo de tu corazón, Él está dispuesto a dártelo porque sabe que, si pasa cualquier cosa, tú regresas.  

Tú buscas lo que te pertenece.  El hombre siempre le ha pertenecido a Dios.  Dice la Palabra que la voluntad de Dios es que nada de lo que le dio a Jesús se pierda.  El deseo de Dios es que todos procedan al arrepentimiento.

6 Comments
  • Alicia Farías González
    Posted at 13:40h, 17 June Reply

    Amén!! Bendiciones y gracias por está Palabra de Dios,que es poder en nuestras vidas.

  • Richard Rangel
    Posted at 13:57h, 17 June Reply

    Amén amén por esas enseñanzas pastor Dios le bendiga

  • Oswaldo Monier
    Posted at 13:58h, 17 June Reply

    Gracias Amado Padre Celestial por todo tu amor y misericordia
    Amén ????????

  • Nelson García
    Posted at 14:09h, 17 June Reply

    Amén si será

  • Jhon Mario
    Posted at 15:32h, 20 June Reply

    Amén, Gloria a Dios

  • Marìa del Carmen Gonzàlez Pèrez desde Venezuela
    Posted at 15:59h, 25 June Reply

    Amen!este hijo prodigo buscò la ayuda y la salvaciòn del que todo lo puede de nuestro Sr.Jesucristo! y este hombre consiguiò satisfacer sus necesidades y encontrò lo mas grande LA SALVACIÒN!gracias pastor por compartir la palabra y sus enseñanzas!se le aprecia!

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