10 May ¿Qué tú Puedes Hacer?

Tú no puedes tener una verdadera vida de oración efectiva, si no hay una relación con Dios.  De acuerdo a tu nivel de relación, será el poder de tu oración.  

En el libro de Hechos, vemos que la iglesia no oró para que el problema se fuera; no oraron para que la persecución se fuera.  Estaban amenazados por predicar la palabra, y oraron: Señor, danos la fortaleza, la fe para predicar con denuedo, a pesar de las amenazas; a pesar de los problemas, danos la fe para predicar la palabra con valentía y con fuerza.  

Muchos quisieran orar para que la amenaza se vaya, pero ellos oraban, no para cambiar lo externo, sino para estar fortalecidos para cumplir la misión que Dios les había dado.  

El Presidente Kennedy dijo en una ocasión: No preguntes qué puede hacer tu nación por ti, sino qué puedes tú hacer por tu nación.  ¿No será esa una buena frase para nosotros hoy?  En vez de preguntarte qué va a hacer el gobierno por ti, pregúntate qué puedes tú hacer.  Kennedy no hablaba del colectivo, sino de la responsabilidad de cada individuo de tomar acción que contribuyera en el colectivo de toda la nación.  La carga no podía estar en la nación, sino en cada individuo.  

¿Qué tiene que ver esto con la iglesia?  Cuando enseñamos a la gente a orar, enseñamos qué podemos esperar de Dios, en vez de enseñar qué espera Dios de nosotros.  

Esperamos las mansiones celestiales, esperamos que Él nos sane, que nos prospere.  Le enseñamos a la gente a tener fe para que aprendan a esperar de Dios, cuando en la Biblia el énfasis principal nunca es lo que un grupo de personas o individuos tienen que esperar de Dios, sino lo que Dios esperó siempre de un grupo de personas.  

Lo que hacía especial a la nación de Israel era que vivían por unas reglas, no pensando en las recompensas, sino en que Dios les exigía a ellos vivir de una manera diferente a la que vivía el mundo.  Hoy se critica a la iglesia diciendo que se promovía la esclavitud porque los judíos tenían esclavos, pero cuando vemos la historia bíblica, vemos que la libertad viene del pensamiento judío-cristiano porque, aunque en la cultura se permitía tener esclavos, los judíos -sobre todo en el pensamiento cristiano – enseñaron a los cristianos a cómo tratar a los esclavos de aquel tiempo; les enseñaron a tratarlos con dignidad.  En otras palabras, no abolieron la esclavitud porque no pudieron cambiar el sistema cultural romano que la permitía, pero la iglesia les enseñó que, si tenían esclavos, debían tratarlos como seres humanos.  Este era un mensaje totalmente contrario al de Roma, que tiraba a los esclavos a los leones.  El judío-cristiano los trataba como a hijos de Dios.  Pablo enseñó todo el tiempo cómo comportarse como creyentes en medio del contexto cultural.  

La iglesia y el mensaje de Cristo fue de beneficio para traer verdadera libertad y trato humano a la gente, durante aquellos tiempos porque la demanda realmente no era ver qué Dios hacía por ellos, sino cómo Dios quería que un hijo de Él se comporte aquí en la tierra.  

En las leyes del pueblo judío se te decía que tenías que tratar al extranjero con amor, que tenías que cuidar del extranjero; se le exijía a la gente de negocio que, cuando tú tenías un campo, por ejemplo, y comenzabas a cosechar, tenías que dejar espigas para que, aquel que era pobre, viniera a recoger y a comer.  Se enseñó el trato humano.  Es verdad que no se abolió la esclavitud, pero en medio del contexto cultural en que vivían, se enseñó a vivir sabiendo cómo Dios demanda que se viva de una forma correcta.  

Esto es importante para la oración.  En los tiempos que vivimos, hay tres tipos de pensamientos gubernamentales que gobiernan.  Y las ideas tienen consecuencias.  Nunca pienses que una idea no tiene una consecuencia.  Todas las ideas y las ideologías que se nos quieren presentar van a tener una consecuencia.  Aun en la iglesia, hay divisiones respecto a ciertos temas, como el final de los tiempos, por ejemplo.  Están los que se van antes de la tribulación, en medio de ella o después; los que creen que el milenio ya está y los que creen que viene.  Hubo un tiempo en que se predicó tanta escatología de manera derrotista, que algunos sacaron a sus hijos de las escuelas; porque una idea tiene una consecuencia.  

Nosotros tratamos de poner en tu mente y en tu corazón ideas con las que ningún cristiano debe debatir y que deben promover el reino de Dios.  ¿Como cuáles?  Que él dijo que mayores cosas que las que él hizo, haríamos nosotros aquí en la tierra.  Nadie puede debatir con eso.  Nadie puede debatir por las últimas palabras de Cristo; él dijo: Id y haced discípulos a todas las naciones.  Él no dijo: Evangeliza.  Él dijo: Haz discípulos.  Nadie debería pelear esto.  Y lo que la iglesia debe estar haciendo es discípulos.  Predicamos de la Gran Comisión porque una idea tiene una consecuencia.  Y ¿cuál es la consecuencia de la idea de ir y hacer discípulos?  Que entonces vamos a hacer discípulos.  Porque una idea tiene una consecuencia.  

Hay tres formas de ver la vida, desde el punto de vista gubernamental:  

1. El anarquismo.  Es pensar que el individuo es el centro de todo y que el individuo está correcto en todas las cosas.  Esto es totalmente contrario a los principios de Dios.  Cada vez que el hombre se convierte en el centro del Universo, lo daña todo.  Cada vez que el hombre piensa en él y por él, lo daña todo.  Adán y Eva pensaron en ellos, no en las consecuencias.  Pensaron que serían igual a Dios.  Y lo único que alcanzaron es saber lo que es malo, conocer el mal.  Y todo esto vino por poner al individuo por encima de todo.  
2. El pensamiento gubernamental.  Es pensar que todo el poder debe ser dado a una institución gubernamental, y que el gobierno debe ser soberano, gobernar y estructurar todas las cosas.  Ningún gobierno, ninguna estructura es perfecta.  Y esto es un gran problema porque el único Soberano que debe existir en tu vida es Dios.  
3. La soberanía de Dios.  Dios es soberano sobre todas las cosas.  Aquí no manda el individuo, no manda el gobierno; aquí manda Dios.  Necesitamos de individuos sanos, responsables, pero sigue mandando Dios.  

¿Qué es un buen gobierno entonces?  ¿Cuál es un gobierno correcto?  Uno que le dé el espacio a la iglesia para hacer el trabajo que el gobierno no debería estar haciendo.  

Si la iglesia es responsable de los principios divinos, responsable de discipular, de llegar a las naciones, los gobiernos no nos lo deben impedir.  El gobierno de China, por ejemplo, impide que se discipule, que el Evangelio se promueva como se promueve en los Estados Unidos, porque en China el gobierno controla de manera tal que la única manera que se predica el Evangelio es a escondidas y siendo perseguido.  Allí el gobierno viene a ser el soberano.  Nosotros, como creyentes, tenemos que procurar, no un gobierno perfecto, sino uno que permita a la iglesia vivir bajo la soberanía que nosotros creemos; un gobierno que te dé la libertad de vivir bajo los principios que Dios dice que tú debes vivir como creyente y que te dé la oportunidad de predicar la palabra de Dios de la manera que debes predicarla para cumplir con el mandato divino.  

¿Qué tiene que ver esto con la oración?  La iglesia tiene que saber que vamos a estar siempre en oposición a la cultura natural del hombre.  Nuestra oración tiene que ser dirigida, no a un cambio cultural, sino a la fortaleza personal y colectiva de la iglesia para cumplir la misión que nosotros debemos cumplir aquí en la tierra.  

Tenemos que predicar el Evangelio de manera tal que la gente salga del individualismo, y que cada uno nos rindamos a los pies de Cristo, diciendo como el apóstol Pablo: Ya no yo, sino ahora Cristo en mí.  Ya tú no vives para ti, sino para Dios.