25 May Que Dios Abra tus Ojos

Hemos estado hablando acerca de la posición mental, espiritual, bíblicamente hablando, que debe tener una persona para que su oración sea efectiva.  Más que un método, es una ubicación espiritual a través de la palabra para que tu oración dé resultado.  

Para que tu oración sea efectiva, tienes que aprender a ver a Dios como redentor.  Esto es lo que cambia tu vida de oración.  

Hay tres cosas que, como creyentes, vamos a experimentar en algún momento dado en nuestra vida, y que debe ser parte de nuestra oración.  Hoy veremos la primera.  

“11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,”  Hechos 9:11  

En este capítulo lo que se nos narra es la conversión de Pablo.  Una verdadera señal de tu salvación es que oras.  Una verdadera señal de que alguien ha tenido una experiencia con Dios es que ora.  Tú no puedes decir que eres cristiano, y no orar.  No es necesario que se te enseñe a orar; hay un momento en que tienes una experiencia con Dios que te tira de rodillas y te lleva a buscar una respuesta en otro lugar, donde tú jamás la habías encontrado.  Es una experiencia que tú no puedes explicar, un vacío que hay dentro de ti que solo el tirarte de rodillas y clamar a Dios es lo único que lo va a satisfacer.  

El apóstol Pablo cuando tuvo esta experiencia no volvió al Concilio, no volvió a donde aquellos que le dieron las cartas, no volvió a exigir explicaciones acerca de lo que le había pasado; él no volvió donde la gente que le había dado la autoridad para hacer lo que estaba haciendo en aquel camino.  Porque cuando tú tienes una experiencia como la que él tuvo, no te queda más remedio que encontrarte realmente con Aquel que te dio esa experiencia y quiere un cambio en tu vida; tú oras por esa necesidad real del corazón de conectarte con Dios.  

Una verdadera experiencia con Dios te obliga a estar de rodillas, a tirarte a orar, a buscar del Señor, a poder encontrar en el lugar correcto dirección dentro de lo que te está pasando.  

La descripción que le dan a Ananías, que es el que Dios usaría para abrirle los ojos al apóstol, es que había un hombre que estaba orando.  No es porque fuese Saulo o porque Dios se haya encontrado con él, sino porque él estaba orando.  Si Ananías hubiera ido a explicarle antes que tuviera la experiencia y antes de orar, Saulo le hubiera recibido?  No.  Probablemente en la carta que Saulo tenía para perseguir estaba incluido Ananías.  Por eso es que Ananías batalla con la idea de tener que ir allí.  

Aquí vemos algo que a veces los cristianos no entendemos: queremos obligar que la gente se convierta, sin darnos cuenta que Dios tiene que trabajar con cada uno como Él quiere, y que por más que tú ores para que Saulo se convierta, no es hasta que Saulo tiene un encuentro con Dios y él comienza a orar, que tú puedes acercarte a él para entonces abrirle los ojos.  

Nosotros vamos a ser la respuesta a las oraciones de mucha gente que tendrá una experiencia con Dios.  Tu oración no es obligar a nadie; tu oración es: Señor, cuando sea propicio, que esa persona tenga una experiencia contigo.  Tu oración no es orar con nadie para convencerlo, no es pelear con nadie para obligarle a nada; tu oración debe ser: Señor, que el corazón de esta persona esté preparado, que un día tenga una experiencia contigo.  Y un día, cuando tenga esa experiencia con el Señor, se tire de rodillas y ore, entonces podrás ir allí y dejarle saber lo que Dios quiere que reciba.  

Lo interesante es que, después de varios días de Saulo estar allá, las escamas cayeron de sus ojos, y finalmente pudo volver a ver.  Y ahora cuando mira, ve al mundo de una manera totalmente diferente.  

No puedes decir que eres salvo, si no estás de rodillas, si no oras.  Tu necesidad de oración, tu deseo de orar, tu cumplimiento en orar demuestra realmente el corazón arrepentido que tienes.  

Hay oraciones básicas que todos debemos hacer:  

1. Señor, abre mis ojos; quiero ver.  Dile a Dios que quieres ver lo que no habías podido ver porque estabas bajo la influencia incorrecta.  Reconoce que el camino por el que tú ibas por tu tradición, por tu conocimiento, te ha llevado a tener una experiencia hasta darte cuenta lo ciego que estabas. 
   
   La gente ora para que el problema desaparezca, y muchas veces el problema es uno de percepción, de no ver las cosas como se tienen que ver, de no ver las cosas correctas.  Cuando el profeta estaba rodeado y su sirviente llega y le dice que estaban rodeados por miles de personas, el profeta no oró para que los soldados desaparecieran, sino para que Dios abriera los ojos del siervo para que pudiera ver que mayores eran los que estaban con ellos que los que estaban en el mundo.  Y cuando el sirviente abrió los ojos y se dio cuenta de la realidad espiritual que gobernaba su vida en ese momento, ahora se atreve a caminar en medio del ejército, ahora Dios ciega al ejército, convirtiéndolo en un pequeño grupo de personas que puede ser llevado de un lado a otro.  ¿Por qué es tan importante que tu oración sea que Dios abra tus ojos?  Porque el que tiene los ojos vendados, tiene que ser llevado, y no siempre el que te lleva te va a llevar al lugar correcto.  El gran Saulo, que tenía cartas del Concilio, un hombre de autoridad, quedó ciego y ahora sus soldados tenían que llevarlo; lo dejaron en una casa y comenzó a orar, y allí fue cuando sus ojos fueron abiertos.  

Cuando tú vives bajo la influencia de tu pasado, de tu ayer, de las tradiciones, del mundo, cuando tus ojos no se abren a entender, a realizar lo que Dios quiere que tú veas, eres fácilmente manipulado y llevado de un lugar a otro.  Por eso, la primera oración efectiva en tu vida debe siempre ser: Señor, yo quiero ver.  Pero no todos quieren abrirlos para no ver lo mal que estaban porque saben que tendrán que pedir perdón y arrepentirse.  Solo los humildes abren sus ojos a la nueva realidad que Dios tiene para ellos.  

Pídele a Dios que te muestre qué hay detrás de todo lo que te está pasando, y te sorprenderás cuando Dios abra tus ojos y puedas mirar.