02 Abr Esto también Pasará

“23 Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.  24 Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre.  25 Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito.”  Éxodo 12:23-25  

Dios le dice al pueblo que habrían de guardar aquel rito por el resto de la historia.  

Hay cosas que tú has estado haciendo en este tiempo, que debes guardar por el resto de tus días.  Debes guardar el sentarte a comer en familia, debes guardar tus tiempos de oración por el resto de tu vida; has estado creando hábitos que debes guardar por estatuto perpetuo.  

“26 Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, 27 vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.”  Éxodo 12:26-27  

En este capítulo, Dios comienza a darle unas instrucciones al pueblo; y les dice: Este es el principio de una nueva temporada.  O sea: Este no es tu final.  Por supuesto, para que puedas cruzar a ese otro lado, tienes que encerrarte en tu casa, tienes que cuidarte en tu casa; pero cuando te encierres en tu casa, pon la marca de la sangre de Cristo sobre tu hogar, de la sangre del Cordero, para que cuando venga el problema, tenga que decir: Tengo que pasar por alto esta casa.  

Así que no es tan solo estar encerrado, sino encerrado y seguro en la protección de Dios.  Nosotros, los que creemos, estamos seguros por su sangre.  Nos encerramos porque es lo correcto hacer, porque tenemos que cuidarnos; pero nuestra seguridad viene de la sangre del Cordero, del Hijo de Dios.  

Mientras estás encerrado, cena con tu familia, pero comienza también a hacer planes para cómo vas a celebrar, eventualmente, tu salida.  Qué grande es Dios que cuida de nosotros en el momento difícil, pero nos pone a pensar en el futuro.  

Si algo está queriendo hacer el enemigo es que tú pienses que no tienes futuro, que pienses que no hay mañana para ti.  Nuestra mente trabaja con dos cosas muy importantes: la memoria y la imaginación.  Ambos son elementos importantes para una vida emocional saludable.  

Tú necesitas tener buenas memorias, reprogramar tus memorias, darles un nuevo significado, escoger cuáles recordar para que puedas imaginar un futuro glorioso para ti.  

El Señor le dice al pueblo de Israel: Prepárate porque vas a celebrar pronto que vas a salir de aquí; pero por el resto de tus días, cuando estés en la tierra prometida, te vas a acordar de este tiempo y vas a hacer un rito para que quede en memoria y, cuando tus hijos te pregunten qué significa ese rito, tú les vas a decir: Un día, muerte estaba rondando en el mundo entero, pero pasó por alto mi casa.  

Dios le dice al pueblo: Quiero que por el resto de tus días celebres la Pascua para que tengas la memoria correcta, que recuerdes lo que ocurrió, no vaya a ser que prosperes y progreses y no te des cuenta de dónde yo te he sacado.  

Pronto vamos a salir, a hacer fiesta, celebraremos grandes victorias; pero no podemos olvidar que Dios nos libró, nos sacó de esta dificultad, de este problema.  Tenemos que tener la memoria clara de que Dios hizo algo por nosotros durante este tiempo.  Le vamos a decir a todo el mundo: Por mi casa, pasó, pero no se quedó.  

Esto va a pasar frente a tu casa, pero a tu casa no va a entrar.  Va a pasar frente a ti, pero no va a entrar.  Esa es la confianza que tú debes tener.  Mientras estás guardado, seguro por la sangre de nuestro Señor Jesucristo, puedes decir: Esto también pasará.  Tu casa será librada.  

¿Qué memorias estás haciendo en este tiempo?  ¿Cuáles son los ritos, los hábitos, las memorias que estás creando en esta temporada?  

Imagina el momento que vivió el pueblo de Israel, el momento en que no veían nada para afuera; estaban encerrados, sentados en la mesa, comiendo a puerta cerrada, ventanas cerradas para que nada entrara; pero comoquiera se oían los gritos por la gente que estaba muriendo.  

Una de nuestras ocupaciones hoy es que estamos a puerta cerrada, pero a través de la tecnología, se nos abre una ventana al mundo.  Hay gente encerrada en su hogar, pero con la ventana incorrecta abierta, escuchando las noticias de lo que pasa en el mundo, mirando los problemas, las dificultades.  Lamentablemente, en el tiempo que vivimos, no sabemos cuáles son reales y cuáles no; pero estás abriendo una puerta, una ventana incorrecta.  Estás llenando tu memoria de información incorrecta.  

Tienes que cerrar la ventana a las cosas negativas, a los problemas; tienes que escoger qué es lo que vas a mirar, lo que vas a ver a través de la ventana.  Tienes que escoger escuchar mensajes como este, escuchar las promesas de Dios para que se queden marcadas dentro de ti, y tu familia lo que recuerde sea que Dios los libró y que pasó la plaga delante de ellos.  Lo vamos a celebrar para siempre, por el resto de la vida.  

Celebra el día que le entregaste tu vida al Señor, el día que tu vida cambió y se abrió una oportunidad, un nuevo tiempo, una nueva temporada en tu vida.  Celebra que en este tiempo Dios te ha cuidado, te ha guardado.  Declara que hay un nuevo tiempo para ti y para tus hijos.  

Hoy terminan la ansiedad y la preocupación, en el nombre de Jesús.  Ten la tranquilidad y la seguridad de que Dios va contigo y te cuida.  Tu seguridad no viene de que estás a puerta cerrada, sino de que estás a puerta cerrada, pero tu puerta está marcada con la sangre del Hijo de Dios.  

Tú estás seguro por su sangre.  Dios no se ha olvidado de su promesa sobre tu vida.  Él la va a cumplir.  No importa lo complicado de las circunstancias, la promesa de Dios se va a cumplir.  Mientras estás allí, encerrado, sentado a la mesa, vas a cenar con los tuyos, pero también van a planificar una celebración.  Tú tienes futuro.  Planifica la celebración del futuro porque pronto vamos a salir y, por el resto de tu vida, darás testimonio al mundo y declararás: Un día, este mal pasó delante de nosotros, pero a mi casa no entró, lo vi pasar, pero Dios libró mi casa.