25 Feb ¿Qué Reconocen de Ti?

Una de las cosas maravillosas del Evangelio y de servir a Cristo es que, aunque se requiere de nosotros ciertos esfuerzos y acciones, realmente es el poder de Dios y el Espíritu Santo quien hace la obra completa.  Nada depende realmente de nosotros, sino de Dios.  Es un balance que debemos entender, es una línea fina porque si Dios es el que tiene todo poder y va a hacer todas las cosas entonces, ¿qué papel juega el hombre?  Como creyentes, tenemos que saber que nuestro esfuerzo es necesario, aunque es limitado; sí, Dios requiere de ciertas acciones de nosotros.  Por ejemplo, en cuanto a la predicación del Evangelio, decía el apóstol Pablo: ¿Cómo se van a salvar, si no hay quién les predique?  Así que predicamos, pero no salvamos; quien salva es el poder de Dios, pero predicamos para salvación, y confiamos y dependemos del Dios Todopoderoso.  

Mucha gente se siente incapaz de predicar la Palabra.  Piensan que se requiere de una gran elocuencia, de grandes estudios teológicos; y mientras más profundicemos en el estudio y conocimiento de la Palabra, mejor; pero nada puede sustituir el poder de Dios en tu vida.  Para que grandes cosas ocurran, no se trata de grandes requisitos, sino que es la dependencia total en Dios lo que provocará que los esfuerzos que se requieren de ti, traigan grandes resultados.  

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,”  Romanos 1:1  

El Evangelio, las Buenas Nuevas, no son invento de una iglesia u organización, es el Evangelio de Dios, Él es el Autor.  Y, si Él es el Autor, Él va a responder con poder cada vez que el Evangelio es predicado.  Lo que pasa es que no siempre se predica el Evangelio; pero cuando alguien predica el Evangelio, Dios lo respalda con poder.  El problema de muchos es que no entienden que no hace falta un alto requisito mental, espiritual, estudios teológicos para poder predicar el Evangelio y que sea efectivo.  Todo eso es maravilloso, pero si no lo tenemos, no es nada de eso lo que va a hacer que el mensaje sea respaldado por Dios, es el poder de predicar lo correcto en el vaso imperfecto, en el mensajero imperfecto.  Si puedes tener todo eso, excelente, pero tú no puedes depender de eso.  

A veces, transferimos la responsabilidad de la predicación de la Palabra a un grupo de personas y se crea una élite.  Tú eres llamado a predicar el Evangelio, y eres llamado a esperar que, si predicas el Evangelio a tu familia, haya resultados.  Si ya lo has hecho y no has visto resultado, a lo mejor no has predicado el Evangelio; has invitado a la iglesia, has predicado algunas ideas, les has ofrecido los resultados del Evangelio y no el Evangelio.  ¿Y qué es el Evangelio?  Que la gente entienda su condición de pecado, de rebeldía con Dios, y cómo a través de Jesucristo tenemos esa relación con el Padre celestial, y cómo nuestra vida cambia.  Esas son las Buenas Nuevas.  Ahora bien, si hay buenas noticias es porque también hay malas noticias; y lo que no les decimos son las malas noticias de cómo ellos viven, cómo ellos están.  Esa palabra tiene que ser predicada, no para condenar, pero sí en amor para que la gente entienda.  Y Dios va a usar el vaso que sea, la persona que sea.  

“13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.”  Hechos 4:13  

La gente comienza a ver predicar a Pedro y a Juan con denuedo, con pasión, la Palabra; eran elocuentes, dice en otros versos.  Pedro no era un catedrático ni venía de un linaje de reyes; pero en cuanto a Pedro, siendo el apóstol de Jesucristo, la gente tenía que reconocer algo: Este hombre estuvo con Jesús.  La pregunta para ti hoy es: Cuando la gente te mira, ¿puede reconocer que tú has estado con Jesús?  

Lo que vemos en Hechos 3 y 4 del apóstol predicar de esta manera, es resultado no tan solo de los 3 años que caminó con Jesús, sino que él también vio a Cristo resucitado, tuvo la experiencia de estar en el aposento alto encerrado con un grupo de personas y allí recibir el bautismo del Espíritu Santo.  Aquello fue una experiencia gloriosa, sobrenatural; y luego, miles se convirtieron.  La gente comenzó a sanarse, a reunirse; Pedro pudo ver la actitud de aquellos primeros cristianos.  Tuvo la experiencia de estar con Jesús por cuarenta días donde el Señor les enseñó las Escrituras, el reino.  Aquello llenó a Pedro de tal manera que ponían gente en su camino para que la sombra de Pedro los sanara.  La gente tenía que ver que Pedro había vivido con Jesús.  

Muchos buscan la elocuencia de las palabras, pero nada como el reflejo de tu experiencia con el Señor.  ¿Quieres que tu familia sea salva, que la gente a tu alrededor conozca al Señor?  Pues procura que, cuando la gente te vea, tenga que reconocer: Este ha estado con Jesús.  Puede que tú no tengas el privilegio de caminar con Cristo en la misma manera que lo hizo Pedro, pero hoy tú tienes al Espíritu Santo en tu vida.  La pregunta es si estás dispuesto a tomar tiempo para meditar la Palabra, para orar, para caminar con Él, a que el Espíritu Santo que te dirige a Cristo, te enseñe el camino y que cuando la gente te mire tengan que decir: Quizás no tendrá un doctorado ni habla apropiadamente; pero que puedan ver la diferencia que hace la experiencia.  Ahí es que está la clave.  Por eso es que cualquiera puede predicar el Evangelio.  Porque es el Evangelio de Dios y Él va a respaldarlo; si predicas el Evangelio, Dios lo va a respaldar.  Y, cuando el mensajero ha tenido una experiencia con Dios, entonces al mundo no le queda más que reconocer la diferencia que hace Cristo en la vida de una persona.  

Queremos ser parte de lo que Dios quiere hacer en tu vida.  Si llevas tiempo conectando con nosotros pero nunca has tomado la decisión de servir a Jesús y que tu vida sea transformada, o si un día le entregaste tu vida y estás apartado y realizas que necesitas esa transformación, queremos ser parte de eso que Dios quiere hacer.  Accede unnuevocorazon.com e inscríbete gratis en el curso donde vas a aprender lo que representa ser transformado por el poder de Dios.  Queremos, además, orar por tus familiares y seres queridos para salvación.  Envíanos sus nombres también a través de unnuevocorazon.com.