15 Jan No es una Burla, es una Promesa

“12 La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido.”  Proverbios 13:12  

Si hay algo que atormenta el corazón de una persona es desear algo y que eso se retrase y no llegue.  Lo deseas y trabajas y luchas en favor de eso, pero no llega.  Y mientras más se atrasa, más tu corazón se va dañando.  Te vuelves alguien frustrado, amargado, lleno de dolor, de angustia.  Llega el momento donde ya no deseas nada.  Vives caminando, tratando de ser responsable, pero tu corazón está quebrantado.  

Hemos estado hablando acerca de hacer; hablemos acerca de querer.  Hay quien se retira y se echa para atrás, pero hay quienes entonces deciden emprender.  Hay quienes han trabajado tanto que ya no aspiran a más, su corazón se ha quebrantado.  Se han quebrado tu corazón y tu espíritu por la razón incorrecta.  Has estado esperando que algo pase y no ha ocurrido.  En línea con el verso en Proverbios 13:12, a veces, ponemos nuestra esperanza en alcanzar ciertas cosas y tenerlas, pensando que nos van a dar algo, sin darnos cuenta que, cuando lo tenemos, no nos da lo que nosotros pensamos.  Cuando alcanzas algo, no se siente como tú pensabas.  Trabajaste por una casa, pensando que al tenerla, tu matrimonio se iba a arreglar.  Pero ahora lo que tienes es más habitaciones donde pelear.  Porque una casa no arregla un matrimonio.  Buscaste algo en el lugar incorrecto.  

Puedes alcanzar tener cualquier cosa, pero tú tienes que entender que no se trata de lo que tengas.  Si tratas de obtener algo para obtener una cierta satisfacción, esta se te va a ir cada vez más lejos.  Esa es la esperanza que demora.  Te casas para no sentirte solo, pero cuando te casas, ahora tienes que dar cuentas, tienes que compartir tus cosas; y ahora tienes la cama llena, pero comoquiera te sientes solo.  Lo que se demora cada vez más es aquello que tú querías obtener detrás de lo que perseguiste.  Y ahora te frustras y tienes el corazón quebrantado, quebrado.  

El problema es que aún tú siendo una persona responsable, trabajadora, que paga sus cuentas, no deseas nada porque tienes el corazón quebrantado y ya te has resignado a vivir con aquellas cosas que has dicho que no puedes tener, y te has dado cuenta que trabajándolas no las puedes alcanzar.  Has luchado, trabajado, peleado, batallado, y tienes problemas.  Y es que no se trata de que no vayas a tener problemas; los tendrás toda tu vida, pero lo que hace falta es un espíritu tan fuerte que si te tira de rodillas, entonces terminas la carrera de rodillas, pero la terminas.  

Tú eres de los que hace.  Pero de nada te sirve trabajar tanto, si el corazón está quebrantado.  ¿Cómo arreglarlo?  Es complicado y sencillo al mismo tiempo.  Es imposible que Dios te dé un futuro si no te da una promesa.  El problema es que, cuando Él te da la promesa, estás tan quebrantado en el corazón, que piensas que Él está jugando contigo.  

Tu futuro comienza con una promesa de Dios, comienza cuando Dios te dice: Algún día voy a hacer esto por ti.  El problema es que, cuando Dios te da la promesa, tu corazón está tan herido por todo lo que se ha atrasado en obtener, que ahora la promesa parece una burla.  

La Biblia nos habla de la sunamita, que invitaba al profeta Eliseo a comer a su casa, cada vez que él pasaba por allí.  Ella rogó a su marido que hicieran un cuarto para el profeta.  Le rogó que hicieran.  Ella no tenía problema con hacer.  El profeta entonces dijo a su siervo que llamara a aquella mujer, y le preguntara: ¿Qué quieres que haga por ti?  ¿Qué necesitas, que hable con el gobernante?  Ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.  En otras palabras: No necesito nada de eso.  El profeta preguntó a su criado: ¿Qué, pues, haremos por ella?  Y este le dijo: He aquí no tiene hijo y su marido es viejo.  Entonces, el profeta la mandó a llamar, y le dijo: El año que viene abrazarás un hijo.  Y ella le pidió que no se burlara de ella.  

Es imposible que Dios te dé un futuro sin darte una promesa, pero cada vez que Él te promete algo, tú sientes que Él se está burlando de ti.  

Esta mujer no tenía problemas con hacer.  Ella hizo sin querer nada.  Hizo porque era lo correcto.  Era una mujer emprendedora, líder.  Cuando vio que el profeta pasaba todo el tiempo, tuvo la iniciativa de hacer, pero ella no aspiraba a nada.  No hizo aquel cuarto para que el profeta le diera un milagro.  Ella hizo sin querer algo, pero no era que no quisiera sino que se había acostumbrado a vivir sin ello.  ¿Qué cosas te has acostumbrado tú a vivir sin ellas?  ¿Te has acostumbrado a vivir sin felicidad?  ¿En miseria?  Con cada uno de estos mensajes, Dios te da una promesa, y sientes que se está burlando de ti.  

Dios le dijo a través del profeta: Esto no es una burla; tú has hecho sin querer, pero yo te voy a dar lo que tú siempre has querido, aquello que te has acostumbrado a vivir sin ello.  

Tú no tienes problema con hacer.  Tú trabajas, luchas; lo que te falta es que se levanten tu corazón y tu espíritu a querer algo.  Que puedas decir: No voy a vivir sin esto el resto de mi vida, lo voy a perseguir hasta que Dios me lo dé, hasta que lo tenga, pero lo voy a tener.  Tú trabajas, el problema es que has dejado de querer.  Pero eres responsable y has hecho un cuarto.  No te has dado cuenta que el cuarto que has hecho nunca fue para el profeta, sino para el hijo que Dios te va a dar.  Creemos contigo que tu espíritu hoy se despierta.  

A veces, perseguimos cosas creyendo que alcanzaremos otras, y cuando alcanzamos lo que perseguimos, nos damos cuenta que no obtuvimos lo que pensábamos que obtendríamos con eso.  Tienes el corazón quebrantado porque no has alcanzado, pero Dios sabe lo que tú estás buscando y Él no va a dejar que el cuarto que tú has hecho quede vacío.  

Has trabajado toda tu vida, y no has tenido lo que tú pensabas que debías tener.  Pero hoy Dios te llama a la puerta para decirte: Ese cuarto que hiciste no se va a perder.  Dios no tenía que motivar a aquella mujer a hacer nada, pero sí a querer algo.  Pedimos a Dios que tú quieras algo hoy.  Quiere algo con pasión.  Es imposible que todo el trabajo que tú has hecho construyendo ese cuarto, sea en vano; un día, Dios va a llenar ese espacio.  Dios te va a llamar a la puerta y será Él quien te dará todo aquello por lo que tú has trabajado.