10 Dec Tu Herencia por la Fe

¿Alguna vez has deseado haber nacido en una familia diferente?  Quizás a todos nos ha pasado.  Vemos los recursos, la abundancia, o al menos la aparente opulencia de algún otro, y nos preguntamos cuál hubiera sido nuestra vida, si hubiésemos nacido bajo ese otro apellido, cuáles serían nuestras posibilidades.  Esto demuestra que conocemos el poder de la herencia, de la conexión, del vínculo familiar que pudiéramos tener.  Por supuesto, no todos nacemos en familias con un gran poder adquisitivo, no todos somos herederos de una gran fortuna en lo natural; quizás no hay para ti un testamento que te deje grandes riquezas, pero espiritualmente, si le has entregado tu vida al Señor y estás caminando en esa vida de orden, tú perteneces a la familia de la fe y eres parte de la familia de Abraham, el padre de la fe.  Cuando tú sabes lo que esto representa, tu vida cambia porque tu manera de ver la vida es diferente.  

“8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”  Hebreos 11:8-10  

Cuando Abraham sale de casa de su padre y de su parentela, lo hace por un llamado a la obediencia.  Dios da inicio a una nueva temporada de la humanidad.  A través de Abraham, Dios comienza a formar su nación porque consigue a un hombre de familia, que se atrevió a obedecerle sin tener todos los detalles, sin conocer todo lo que pasaría, comenzó a dar un paso a la vez.  ¿Te atreverías tú a caminar de esa manera con Dios?  

La gente quiere conocer la voluntad de Dios.  Lo que quieren es la seguridad de todo lo que va a pasar en sus vidas, pero eso no es una vida de fe.  Una vida de fe es obedecer a Dios hoy sin tener todos los detalles, sabiendo que en tu obediencia y en su soberanía, Dios te va a dar la victoria.  

Abraham se atrevió a salir.  Y dice la palabra que salió al lugar que había de recibir como herencia.  Puede que no hayas nacido en una familia pudiente, de grandes riquezas, pero cuando tú le entregas tu vida al Señor, cuando comienzas a caminar por fe, eres integrado a la familia más poderosa del universo.  Eres hijo de Dios, descendiente de Abraham por la fe.  Cada una de las promesas que Dios le dio a él como padre de esta familia, tú tienes acceso a ellas.  Cuando Dios dice en Deuteronomio 1:11: Jehová vuestro Dios os haga mil veces más de lo que ahora sois y os bendiga; aquel era el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham y a sus generaciones.  Dice Gálatas 13:29 que si tú estás en Cristo, eres de la simiente o la semilla de Abraham, y eres heredero conforme a la promesa.  

Tú perteneces a la familia de la fe de un hombre que se atrevió a obedecer; y Dios honró su obediencia, llevándole por ese camino, abriéndole accesos; y todavía las promesas, el pacto que Dios hizo con Abraham está vigente para ti.  Ya tú no tienes que desear haber nacido en otra familia.  Tú has nacido en la familia correcta: la familia de la fe.  No puedes prosperar, alcanzar lo que Dios quiere para ti en esta área en particular, si no puedes entender cuál es y de dónde es que viene tu herencia.  

Dios tomó a este hombre y a su familia, y de ahí sacó toda una nación.  Más adelante, Dios le da los diez mandamientos a la nación de Israel, pero no se los da cuando son una nación, sino cuando son esclavos, en el momento en que acaban de salir de la esclavitud, y se los da para transformarlos en una gran nación.  Esa es la herencia que tú tienes hoy.  Tu vida puede ser transformada porque la promesa de Dios todavía te persigue.  

Tú puedes reclamar las promesas que Dios hizo a Abraham.  ¿Qué le dijo Dios a Abraham?  

1. Voy a bendecir a los que te bendicen y voy a maldecir a los que te maldicen.  Voy a cuidar de ti.  
2. Voy a hacer de tu nombre, un nombre grande.  Te voy a dar una buena reputación.  
3. Yo soy tu escudo y tu galardonador, y tu recompensa será de manera grande.  

Cuando Dios le muestra la arena y las estrellas, allí estaba la promesa de los hijos espirituales que como tú hoy tienes acceso y derecho a cada una de las cosas que Dios le prometió a Abraham.  Él es tu escudo, tu galardonador, Él te bendice y quienes te maldicen tiene que pagar las consecuencias de hacerte mal.  Esa es la promesa porque tú eres hijo de Abraham por medio de la fe.  

Dios dice además a Abraham: Haré mi pacto entre tú y yo, y te voy a multiplicar de forma abundante.  Vas a ser padre de mucha gente.  Reyes saldrán de ti.  Yo voy a ser tu Dios.  Voy a cuidar de tus hijos, voy a hacerlos prósperos, bendecidos.  A Ismael, lo voy a fructificar.  Voy a cuidar de Isaac.  

Tu herencia es más grande de lo que tú jamás habías pensado.  Dice en Génesis 22 que tu semilla poseerá la puerta de tus enemigos, y en ti todas las familias de la tierra serán bendecidas.  Abraham caminaba en esta tierra con la seguridad de que Dios haría esto por Él.  Y tú también debes caminar con esa seguridad hoy.  

No importa lo que tú hayas estado viviendo, es importante comprender que la promesa de Dios es real, es más viva de lo que tú jamás habías pensado, y que la herencia a la que tú tienes acceso es más grande de lo que jamás habías soñado.  Tú eres hijo de Abraham por la fe, un hijo de Dios, y todas las promesas están presentes y vigentes para ti.