06 Nov Relaciones Efectivas

“Además, observé toda la opresión que sucede bajo el sol. Vi las lágrimas de los oprimidos, y no había nadie para consolarlos. Los opresores tienen mucho poder y sus víctimas son indefensas… 4 Luego observé que a la mayoría de la gente le interesa alcanzar el éxito porque envidia a sus vecinos; pero eso tampoco tiene sentido, es como perseguir el viento.”  Eclesiastés 4:1,4  

Tenemos relaciones y se supone que sean para consolación mutua.  El escritor nos describe problemas de relaciones; estaban oprimidos y no había quién les consolara.  Por otro lado, la envidia es también un problema de relación.  

“También observé otro ejemplo de algo absurdo bajo el sol. Es el caso de un hombre que está totalmente solo, sin hijos ni hermanos, no obstante trabaja mucho para acumular toda la riqueza posible. Sin embargo, luego se pregunta: ‘¿Para quién trabajo? ¿Por qué me privo de tantos placeres?’. Nada tiene sentido, todo es tan deprimente.”  Eclesiastés 4:7-8  

El hombre que se nos describe estaba totalmente solo; un problema en sus relaciones.  Así que había unos que no estaban solos, pero estaban oprimidos y no había quien los consolara; había otro que envidiaba y había otro que estaba solo.  El que estaba solo trabaja mucho acumulando riquezas, pero se cuestionaba para quién y por qué privarse de tantos placeres y cuál era el sentido; para él, todo era muy deprimente.  Y en la vida, en ocasiones, nos quedamos solos y experimentamos una tristeza que no deberíamos experimentar; pero a veces, hasta la provocamos.  Trabajamos y logramos tener éxito, prosperamos; pero no es suficiente, necesitamos compañía, nos sentimos solos.  

“9 Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. 10 Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas. 11 Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas, pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en calor? 12 Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente.”  Eclesiastés 4:9-12  

Está hablando de un problema de relaciones.  Está diciendo que no es bueno que estés solo, y te enseña las ventajas de tener compañía.  ¿Por qué tú debes tener relaciones efectivas?  Porque trae multiplicación, protección y seguridad.  Dos tienen más éxito.  El que estaba solo acumuló riquezas, pero no tenía hijos, no se estaba multiplicando.  Cuando tienes relaciones puedes esperar multiplicación y no un mero crecimiento.  Cuando creces solo, el producto es tristeza, pero si creces acompañado, el éxito es compartido y se traduce en multiplicación.  La protección es física, mientras que la seguridad es mental.  Hay gente que, con el mero hecho de que tú sabes que están para ti, tú te sientes seguro.  Pero hay otros que, cuando llega el problema, tú necesitas que estén porque te sientes protegido.  

Cuando tienes relaciones efectivas, te multiplicas, te sientes protegido o proteges; otros aportan a tu vida, y tú eres la seguridad de otro y quien lleva victoria, éxito a la vida de otros.  Solos, vivimos en derrota; pero si estamos acompañados con la gente correcta o si somos la gente correcta para quienes están a nuestro lado, lo que se asegura es victoria.  

Hay relaciones dadas por Dios; la familia, por ejemplo.  Tú no la escoges, y muchas veces se convierte en la excusa para no seguir adelante.  Hay quien no quiere tener hijos por no repetir lo que vivió con sus padres.  Tú no escoges tu familia pero tú puedes ser la diferencia en tu familia.  Con amor, tú puedes ser la diferencia, sabiendo que tú puedes llevar multiplicación.  Fueron los hermanos los que vendieron a José, fue el padre quien le hizo creer que era diferente y depositó en él emociones que se reflejaron en lo externo y ahora sus hermanos lo envidian y lo venden.  Todo esto, en el entorno familiar.  Pero, más adelante, es José quien les da protección, seguridad, multiplicación; José pasó por todos los procesos y no utilizó esas relaciones como excusa para no alcanzar lo que Dios había dicho.  Son las relaciones como la familia, en las que no pedimos estar pero estamos, las que nos procesan.  En tu proceso, tú creces, te multiplicas.  Algún día entenderán que tendrán seguridad, protección y victoria por lo que Dios está haciendo en tu vida.  

David fue rechazado por su padre.  Llevó comida a sus hermanos y le cuestionaron qué hacía allí.  Van a ungir al rey y presentan a “todos” los hijos de Isaí, pero David estaba apacentando las ovejas.  David mantuvo siempre la capacidad, en medio de su proceso, de honrar a su padre, a su familia, a su casa.  Cuando tiene la oportunidad de sentarse a la mesa, dice: Mira qué bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos y en armonía.  Aquel quizás era el primer día que se sentaba a la mesa en familia sin peleas.  Aquello impactó su vida y escribió una canción.  Las relaciones dadas por Dios son el lugar de ser procesados.  

Hay relaciones forzadas u obligatorias.  Cuando pequeños, nuestros padres escogen la escuela a la que vamos, y de acuerdo a eso serán nuestras relaciones.  Los padres escogen según su agenda e intereses a qué fiestecita de cumpleaños vamos.  Son los padres quienes deciden si algún día te quedas o no en casa de algún amiguito, o qué amiguito se queda en tu casa y cuál no.  Y comienzas a tener relaciones forzadas, hasta que llegas al trabajo y tú no escoges a tus compañeros.  Y a veces pasamos más tiempo con nuestros compañeros de trabajo que con nuestra propia familia.  Así que tenemos que tener relaciones efectivas, relaciones conscientes porque una mala relación de trabajo nos puede echar a perder toda la vida.  David trabajó para un hombre que quería matarlo.  Estas relaciones, las forzadas, producen en ti madurez.  Son las que te llevan a perdonarle la vida a tu Saúl.  

Tú puedes llegar a ese nivel de relaciones en tu vida, de no creer en el ojo por ojo, y mostrar que el propósito de Dios es más grande.  En su trabajo, José tuvo la más grande prueba de madurez, ante la cual salió corriendo, llegando a un lugar que parecería injusto, pero le acercaba al propósito divino.  Aun en la cárcel, tú puedes mostrar madurez.  

Muchas veces, tendrás relaciones forzadas que te van a poner en un lugar que tú vas a pensar que es injusto; una decisión del jefe que a ti no te gustó y te parece injusta, te amonestan y hasta te despiden, terminas en un lugar que crees injusto, pero gloria a Dios porque tú no fuiste llamado a ese trabajo sino a abrir tu propia empresa.  

Crece y busca las relaciones correctas que traigan multiplicación.