03 Jun Tu Intimidad con Dios

Es en el momento de intimidad con Dios donde tu espíritu, tu alma y tu cuerpo realmente se renuevan.  Si tú vas a tu iglesia a servir, entonces para ti la iglesia no es el lugar de renovarte.  Así que tú no puedes depender de ese momento para renovar tus fuerzas.  Tienes que irte a descansar y a orar.  Tienes que tener tu momento para renovarte con Dios.  Por supuesto, quienes servimos en la iglesia, queremos desgastarnos para Dios, sabiendo que tenemos que tirarnos de rodillas, tener intimidad, nuestro espacio con Dios, para que entonces sea Él quien renueve nuestras fuerzas.  

Es en tu momento de intimidad con Dios donde realmente tú eres transformado, donde entiendes cosas que antes no entendías.  Pablo decía: Mirando cara a cara, somos transformados.  Tu mente se renueva cuando oyes la Palabra, pero tu espíritu se transforma cuando estás con Dios.  

En Juan 1, Jesús va donde Natanael y le dice: Te vi debajo de la higuera.  Y Natanael responde reconociéndole como el Señor, el Maestro, el profeta.  Y Jesús le dice: ¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees?  Cosas más grandes verás.  Verás a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.  Porque lo que estaba viendo Natanael bajo la higuera, fue la experiencia de Jacob.  Jacob vio una escalera, pero la Biblia dice que Dios estaba en lo alto de aquella escalera.  Cuando Jesús le habla a Natanael, lo que le dice es: Lo más grande que tú vas a ver no es que Dios esté en lo alto de la escalera, sino que la escalera está sobre el Hijo del Hombre.  Por lo tanto, ahora el Hijo del Hombre está abajo en la escalera.  Porque en el Antiguo Testamento, lo único que podían subir eran nuestras oraciones, pero en el Nuevo Testamento somos nosotros los que tenemos que ascender en esa escalera.  Eres tú quien va ascendiendo, madurando poco a poco.  Jesús dijo que él vino a hacer moradas en el cielo, pero para eso, él tuvo que bajar primero la escalera para que tú puedas subir.  

Tu vida tiene que ir en ascenso, en transformación, para que cada vez más estés a la imagen de Dios.  Y lo más grande que sube en este tiempo al cielo no son tus oraciones, sino tú, cuando cada vez más te acercas al cielo; es cuando tu vida espiritual, emocional y todo tu ser van subiendo esa escalera.  El Hijo del Hombre nos vino a demostrar cómo, siendo hombres, podemos ascender.  Pero eso solo ocurre cuando hay intimidad con Dios.  

¿Cómo comienzas a tener esa intimidad?  Hazlo tu prioridad.  Haz de Dios tu prioridad, y haz del tener intimidad con Él tu prioridad.  Que en tu agenda, en tu tiempo, en tus espacios, en tu hogar, Dios sea tu prioridad.  Tú deberías tener en tu casa un espacio que sea tu lugar de encuentro con Dios.  Eso es hacerlo tu prioridad.  Si tú no lo haces tu prioridad, vas a depender de las experiencias; vas a depender de buscar el oro, y no de la presencia.  Ahí es donde fallan los matrimonios también; creen que es de experiencia en experiencia, de cine en cine, de parque en parque.  Pero el matrimonio requiere más que ir al cine, más que ir a un restaurante; requiere hablar, meditar, requiere momentos de simplemente sentarse a mirarse las caras.  Tienes que hacerlo tu prioridad.  

En Éxodo 33, Dios le promete a Moisés llevarlo a la tierra prometida.  Pero Moisés le dijo: 

“13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. 14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. 15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.”  Éxodo 33:13-15  

En otras palabras: No quiero tierra prometida, si tu presencia no va conmigo porque ¿de qué me sirve ir a la tierra prometida, si tú no estás conmigo?  Mejor estoy contigo en el desierto porque contigo en el desierto tengo calor cuando hace frío, tengo sombra cuando hace calor, tengo agua cuando la necesito.  Pero ¿de qué me sirve tener toda el agua que quiera, tener la tierra prometida, y no tenerte a ti?  Si me vas a sacar de aquí, asegúrate que tú entras conmigo, que tú vas conmigo.  

Moisés hizo lo que tú debes hacer: Hacer de Dios una prioridad en tu vida.  Si tú recibes esto hoy, tu vida con Dios va a crecer 100% más porque te vas a enfocar en lo correcto.  Haz de Dios tu prioridad y no las experiencias.  El día que te toque y te caigas, gloria a Dios; si no te vuelves a caer por quince años, gloria a Dios también.  De la misma manera, montones de veces tú no vas a sentir hacer nada por tu relación con Dios, y tendrás que hacerlo comoquiera, aunque no lo sientas.  Habrá días que te sentirás como en una nube, pero prepárate porque pronto te van a bajar.  Quizás pases un año completo bajado de la nube, y tendrás que seguir.  Tú puedes modificar tu conducta, pero lo único que transforma carácter es tu intimidad con Dios.  

Tienes que hacer de tener intimidad con Dios tu prioridad.  Si tú sirves en el ministerio, en tu iglesia, no salgas tan cansado de la iglesia que tú no tengas tiempo para buscar a Dios en lo personal.  Tú vas a la iglesia a desgastarte, a dar lo mejor de ti, desgastas tu tiempo, faltas a compromisos familiares porque tú has decidido servir y desgastarte para Dios.  Pero no pienses que sirviendo te renuevas.  Te renuevas cuando te vas de rodillas, cuando lees la Palabra, cuando vas a tu casa y adoras, cuando cantas para ti solo y adoras a Dios.  Ahí es donde tú coges fuerzas para continuar hacia delante sirviendo a Dios.