12 Feb Ven, Compra sin Dinero y sin Precio

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ² ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.”  Isaías 55:1-2 

Grandes palabras del profeta al pueblo de Dios, que nos hacen reflexionar.  Una de las primeras cosas que te detiene de soñar es el dinero.  Te sobran los sueños, te falta el dinero.  O al menos ese es el pensamiento.  Limitas tus sueños a tu chequera, a lo que tienes, limitando tus posibilidades.  Para alcanzar tus sueños, hace falta más que dinero, provisión; y más que provisión, hace falta conocer al proveedor.  Solo así llegarán las finanzas necesarias.  Tus sueños requieren finanzas, pero dinero no es lo único que tus sueños requieren.  Tú lo que necesitas es provisión, que incluye no solo dinero, sino también otros recursos; relaciones, contactos que te abran puertas de oportunidad.  Si tú usas dinero para ganar la voluntad de alguien que haga algo a tu favor, eso es chantaje, corrupción; así que, si tu dinero no es utilizado de la manera correcta, se torna en algo dañino para tu proyecto.  Así que, el dinero no soluciona todo.  Tú necesitas provisión. 

Tú sabes quién es el proveedor de todas las cosas, el que trae buenas relaciones, el que da favor y gracia, el que da testimonio de ti, el que abre puertas que nadie puede cerrar.  Por supuesto, ese es tu Dios, y también trae la provisión económica que tú necesitas, cuando esa porción del sueño requiere que ya haya esa inversión económica. 

Son muchos los factores que aportan a que un sueño se cumpla; no tan solo dinero.  Amplía tu manera de pensar; no te limites. 

El profeta hace una invitación: Ven y compra.  No dice que te lo va a dar de gratis, sino que compres.  Sin embargo, dice que aunque vas a comprar, va a ser sin dinero.  Van a poner algo en tus manos, que no es de gratis, tienes que comprarlo, pero lo vas a comprar sin dinero.  Comprar implica un intercambio, un trueque.  Y el Señor dice que compres sin dinero.  Tiene que haber algo que se pague, que se intercambie.  ¿Cuál es el precio que el Señor dice?  Cuando miramos la palabra del Señor, vemos que tu intercambio es con fe.  Tú compras con fe.  Tú le dices al Señor: Me acerco a ti en fe.  Ese acercamiento en fe requiere de tomar acciones, decisiones, sacrificios; ese es tu intercambio para recibir lo que Dios tiene para ti. 

Aunque se puede comprar sin dinero, no se compra sin intercambiar algo.  No es que Dios está dando algo de gratis; tiene que haber un intercambio.  Puedes pensar que la salvación es de gratis, pero depende cómo lo veas.  Le costó la vida a Jesús, así que alguien pagó el precio.  Y, ¿cómo tú compras la salvación?  Sencillo: Con fe.  Tú intercambias tu fe por la salvación.  Tienes que creer, dejar la vieja vida, intercambiar eso viejo y decir: Esto que quiero es mejor que lo que tengo, y lo intercambio.  No puedes comprarlo con dinero, pero tiene que mediar un intercambio. 

El profeta dice que te acerques a comprar sin dinero, que hay provisión para ti, pero te invita a detenerte un momento a pensar por qué no tienes dinero.  Y añade: No tienes dinero porque lo gastas en lo que no es pan.  Hay gente que no tiene las prioridades correctas en su vida.  Tienen capacidad de captar dinero, finanzas; son trabajadores, esforzados, pero sus prioridades están fuera de orden.  En vez de ver lo esencial, gastan en cosas erróneas.  Entonces, se preguntan dónde se les va el dinero; pero no es dónde se les va, sino donde lo gastaron.  Tienen prioridades incorrectas, y luego no tienen para lo necesario.  El profeta dice además: Estás trabajando en cosas que no te sacian.  Tienes trabajo para satisfacer una necesidad física, pero no tienes plenitud de vida, satisfacción.  El trabajo les da lo material, pero les hace miserables.  Es mejor tener un poco menos, pero invertir tu tiempo en algo que te dé satisfacción, que ir a un trabajo donde ganes más, para tener algo que a la larga no te traiga satisfacción.  Cree en prosperidad, pero no a cuesta de tu satisfacción.  Una persona satisfecha produce más. 

Cuando logras encontrar ese balance, ese equilibrio en tu vida, te tornas en una persona mucho más productiva. 

Así que, tú puedes comprar sin dinero.  ¿Cómo?  Intercambiando tu fe, por las cosas que Dios tiene para ti.  ¿Por qué a veces no tienes dinero?  Hay quienes no tienen por las circunstancias.  Créele a Dios y mira lo que haces con tu tiempo y con lo poco que tienes.  Otros, tienen grandes oportunidades, las circunstancias son un poco difíciles, pero no tienen la claridad de pensamiento para tomar las decisiones correctas.  Alinéate hoy.