24 Jan Los Sueños de Dios
“2 Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.” Génesis 37:2
Hay versiones en las que este verso comienza diciendo: Esta es la historia de Jacob. Sin embargo, desde el capítulo 27 se nos está hablando de Jacob. Este capítulo lo que hace es introducir un nuevo personaje: José. Pero no se nos dice que esta es la historia de José, hijo de Jacob, sino que es la historia de Jacob, a pesar de que por los próximos capítulos el personaje principal es José. No se nos presenta a José como un personaje independiente, sino como un personaje crítico para lo que Dios le había prometido a Jacob.
“3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. 4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. 5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía.” Génesis 37:3-5
Los hermanos de José lo aborrecían por el amor que el padre le dio, y ahora ese amor le hace soñar, y ese sueño hace que los hermanos lo aborrezcan más todavía.
“18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. 19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador.” Génesis 37:18-19
Que cuando la gente te vea desde lejos, identifiquen: Ahí viene un soñador. Que lo que Dios ha comenzado a hacer contigo haga que no puedan perderte de vista. Aquella túnica era tan visible que los hermanos de José lo podían ver desde lejos. Llénate de sueños; aspira a cosas grandes. Que te vean caminar y sepan que ahí viene alguien diferente. La confianza de tener un sueño te debe hacer caminar diferente. Cuando Dios te da un sueño, una visión, acostúmbrate a que la gente te mire; no todos te van a amar, se va a levantar celo y envidia, pero nada podrá detener el sueño que Dios ha depositado en ti.
Hay gente que nunca sueña. ¿Cuál es tu sueño? ¿Aspiras a algo, aunque sea de aquí a unos años? Es deprimente andar con gente que no sueña. Si alguien no sueña, ¿cómo tú lo motivas? Una cosa es que tú les digas a tus hijos lo que tienen que hacer; otra, que ellos te digan lo que quieren hacer, y tú entonces les digas lo que se requiere para lograrlo. Pero, si no quieren nada, entonces no hay cómo inspirarles a nada. Hay otros que sus sueños están detenidos; comenzaron a aspirar a algo, y sus sueños se detuvieron, algo les paralizó. Y están aquellos que abandonan sus sueños; algo pasó en el camino, algo no sucedió como pensaban, y se abandonan totalmente y deciden que no vale el esfuerzo porque el sueño no se va a cumplir. Hay gente que nunca sueña, gente detenida y gente que abandona sus sueños, porque no todo el mundo ha aprendido a recibir los sueños de Dios.
Hay tres tipos de sueños. Los nocturnos, producto de la información que has recibido en tu semana, en tu pasado, en tu vida. Pueden ser pesadillas o sueños bonitos acerca de cosas que pudieras alcanzar y que parecen reales; pero a veces ni tienen sentido porque mezclan cosas de aquí y de allá. Mirando en detalle estos sueños, puedes descubrir lo que hay en la psiquis de una persona. Están los sueños despiertos; los que tienes cuando estás en una situación y de repente aspiras a algo. Ves algo que alguien tiene, y dices: Yo lo puedo tener también. Estás en una situación difícil y de repente dices: Yo voy a salir de este lugar, voy a alcanzar algo más grande, lo voy a lograr. Y comienzas a crear un futuro que tú deseas.
Pero hay unos sueños más poderosos que los nocturnos y los despiertos: Los sueños de Dios. Son momentos donde Dios comienza a soñar a través de ti; es cuando tu corazón se llena del propósito de Dios; sin tú conocer todas las cosas, de momento sabes para dónde vas; no entiendes todo, pero sabes que Dios va a hacer algo más grande contigo. Cuando José tuvo estos sueños, él no sabía todo lo que iba a pasar: Vio once manojos de espigas, once estrellas, el Sol y la Luna doblarse ante él. Él no sabía lo que quería decir, no sabía que Dios lo enviaría a Egipto delante de su familia para salvarla. Era un sueño divino, y Dios se lo dio cuando él debía tenerlo para poder sostenerse por todo lo que pasaría.
Sus hermanos no le amarían más si él dejaba de soñar o si Jacob no le ponía la túnica; los que nunca creen en tus sueños, nunca te van a amar y nunca te van a ayudar. Por eso es que tú debes soñar comoquiera. A veces hacemos cosas para que la gente no nos critique, y a fin de cuentas nadie paga tus cuentas. Te compras un carro más barato, simplemente para que nadie diga nada, para que nadie se moleste ni te señale; vives por debajo de lo que deberías vivir, pensando que así agradas a los que están a tu alrededor, cuando no hay nada que tú hagas para que la gente que te aborrece, te ame. Sueña porque en alcanzar tu sueño, está incluida la salvación de ellos. Si José dejaba de soñar, ellos no se salvarían. Tú tienes que soñar y dejar de pensar en todos los que están a tu alrededor.
Por lo general, la gente critica a Jacob, diciendo que él nunca debió dar aquella túnica a su hijo José, que eso es preferencia que en la familia no debe haber. Otro extremo son los padres que gastan su dinero en los hijos que se portan mal, y te echan culpas diciéndote que tienes que ayudar a tus hermanos, tú que tienes tanto. Son padres que no recompensan a los que están haciendo las cosas bien. Dios siempre recompensa al que hace las cosas bien, y tiene misericordia del que las está haciendo mal; pero Dios nunca va a tomar la bendición de alguien que se la merece para dársela a alguien que no se la merece. Dios tiene misericordia del que no se la merece, pero los hijos de Dios vivimos más allá que de la misericordia de Dios.
Luisa velis
Posted at 06:10h, 05 FebruaryEn qué gran palabra Pastor Dios nos bendice
FAV Editor 4
Posted at 11:42h, 14 FebruaryAmén, Dios es fiel