04 Jun Grandeza que Trastorna

“⁶ Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá;”  Hechos 17:6 

Esto se refiere a los discípulos y a la influencia que habían tenido en esa ciudad; dondequiera que iban, se hacían sentir; Dios hacía milagros a través de ellos, la predicación de la Palabra causaba que la gente entregara su vida al Señor; la gente era cambiada, la cultura, trastocada; ya no seguían ritos de antes.  Cuando hay revolucionarios, especialmente en cosas de Dios, siempre hay a quien no le agrada y prefiere la comodidad de los parámetros establecidos.  Entonces, comienza la queja, la crítica, la persecución, tratando de contener lo nuevo que Dios quiere hacer. 

No solo los apóstoles; llevan a Jasón y a algunos hermanos; la autoridad se había transferido a otros que la gente identificaba como revolucionarios.  Dondequiera que iban, según la versión en inglés, ponían el mundo al revés.  Para llegar a este punto de impactar una cultura, tenemos que alcanzar la grandeza que Dios ha puesto en nosotros. 

¿Cómo afecta la familia el potencial que cada uno tiene?  Todo hombre y mujer de Dios que tuvo gran impacto, sobrellevó y sobrevivió disfunciones familiares; adulterios, violaciones, rechazos, abandonos, atrasos por andar con familiares incorrectos; esto, además de enfrentar circunstancias hostiles.  Lo grande es que se esperaba que, cuando llegaran al lugar que Dios les había prometido, su corazón estuviera intacto.  José, luego de años en esclavitud tras ser vendido por sus hermanos y olvidado por su padre, Dios lo lleva al lugar prometido, y allí tiene que perdonar a sus hermanos, sanando su corazón y el de ellos. 

Hoy, las disfunciones familiares trabajan en contra de muchos.  El mismo Jesús tuvo que superar el saber que José no era su padre; le llamaban hijo de fornicación.  Esto pudiera haber provocado que no se desarrollara la grandeza de Dios en su vida; pero todo lo contrario ocurrió, y eso es lo que debe pasar en tu vida.  Los mayores problemas que tú enfrentas, aquellos que sobrellevas y detienen tu potencial, son familiares; pero tú has sido llamado a la grandeza, a lograr cosas impactantes para Dios, a manifestar tu máximo potencial; somos llamados a influenciar la sociedad y la cultura, trastornándola, para que puedan ver a Dios a través de nosotros, los creyentes. 

Grandeza no es riqueza; hay gente rica que no desarrolla su grandeza.  Tampoco pobreza es grandeza; tener o no tener dinero no tiene que ver con grandeza.  Grandeza es sacar el máximo potencial de tu vida, a pesar de tus circunstancias.  La persona que lo único que tiene es dinero, es la más pobre.  Grandeza es trastornar al mundo; y nosotros lo hacemos para Cristo; que, a través de nosotros, la gente pueda ver la grandeza de Dios.                                                                                                               

Grandeza no es talento.  Puedes ser talentoso en el deporte, en las artes; pero talento no es grandeza porque puedes no utilizarlo para influenciar correctamente.  El problema es que se celebra el talento y no el carácter; pero lo que te hace grande es el mensaje que tú llevas. 

Dios siempre incentivó al hombre a ser grande.  Quien piensa lo contrario, critica hasta cuando tú das, como si le afectara en algo; eres tú el que está dando, sabiendo que es a ti a quien Dios le va a multiplicar.  Pero grandeza no es dar miles de dólares.  Hay quien dona y lo publica, diciendo que está devolviendo a la sociedad, como si hubiera robado.  Nadie tiene que devolver nada que no se ha robado; si te lo ganaste, no tienes que devolver nada.  Lo hacen por publicidad.  Grandeza no es dar poco de lo mucho que tienes; para Dios fue grandeza la viuda que, cuando todos daban sobras, dio su sustento.  Nunca te sientas mal por el nivel en que estés; no hagas mucho ruido con tu ofrenda, pero que Dios la vea, que Él vea lo que estás haciendo porque al único que tú tienes que agradar, y el que determina si eres grande o no, es el Dios Todopoderoso que te ve, no tan solo a ti, sino a todos los demás.  Muchos piensan que Dios no está buscando grandeza; Dios quiere grandeza, lo que pasa es que la manera en que Él la mide es diferente. 

Tú no tienes que limitarte por tus circunstancias, ni por tu familia ni por tu pasado; no importa dónde hayas nacido, la familia con que hayas crecido, lo que tuviste o lo que no; tú no eres accidente; llegaste a esta tierra y lo que importa no es cómo comenzaste, sino cómo vas a terminar.  A ojos de Dios, tú puedes llegar a ser grande.  Dios midió la grandeza de aquella viuda; y Él ha puesto en ti el potencial de llegar al nivel donde Él pueda decir “¡Cuán grande eres!”, y podamos poner este mundo al revés porque, cuando la gente ve lo que Dios hace contigo, quedan trastornados; cuando ven de la familia que saliste, del lugar que saliste, dónde comenzaste, todos los problemas que has vivido, lo único que pueden decir es que hay algo especial en tu vida.  Y ahí es que tú puedes decir: Eso especial es el Dios Todopoderoso a quien yo sirvo; Él cambió mi vida y me ha bendecido. 

“² Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.”  Génesis 12:2 

Por esta promesa, Abraham tuvo que dejar la casa de su padre, y su tierra.  A veces, nuestros nombres son más grandes fuera de nuestra casa, de nuestra tierra.  Hay familiares que nunca ven la grandeza que hay en ti.  Nunca te van a dar crédito por nada; es más, mientras más prosperes, más tratan de hacerte sentir culpable, diciendo que no ayudas a la familia, que te crees esto o lo otro; pero no es que tú te creas, sino que eres, y no por nada que nadie haya hecho por ti, sino por lo que Dios ha hecho en tu vida.  Lo que deberían es entender que lo que Dios ha hecho por ti lo puede hacer también por ellos, y que tú lo que has querido es bendecirles, y que Dios te ha llevado hasta ese lugar para poderlo hacer. 

Tu pasado familiar, bueno y malo, no detendrá lo que Dios tiene para ti.  El amor que no recibiste, el estímulo, los aplausos, la comprensión, la admiración y el respeto que no te han dado, no te van a detener.  Dios pondrá tu nombre grande delante de la gente, y lo que los tuyos no han visto, Dios se encargará que otros lo puedan ver. 

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Lunes, 4 de Junio de 2018

Código del Programa: DG-01A