14 Jul El Desafío del Sacrificio

Es imposible entrar en desafíos en tu vida, sin entender el poder, el valor de los sacrificios.  Hay gente que se desafía y se reta a hacer ciertas cosas, porque desean algo.  El problema es que, muchas veces, sus deseos no son los correctos, y se pueden estar desafiando para  alcanzar cosas que no son correctas.  Peor aún, hay quienes no tienen deseo de nada; nada les inspira.  Otros, piensan que, mientras más se esfuercen por algo, más valioso es.  Hay quienes piensan que, lo que le da valor a algo, es el arduo trabajo, pero curiosamente, en muchos de los milagros que se registran en la Biblia, las cosas que el Señor pidió a los hombres que hicieran, eran cosas muy fáciles.  Naamán, para ser sano, solo tenía que meterse siete veces en el Jordán.  El problema es que la gente pone su fe en lo difícil, no en lo fácil; y, para Dios, todo lo difícil es fácil; y Él quiere que vivamos por la fe de Él, viviendo, no por lo difícil, sino por lo fácil de lo que Él nos ha pedido que hagamos, por aquello que nos hace retar nuestro conocimiento. 

Una cosa es el principio de los deseos; otra, el principio del esfuerzo, que nos bloquea muchas veces, para nosotros poder desafiarnos y retarnos a alcanzar las cosas; pero, cuando aprendemos a vivir por el poder de un sacrificio, nuestra vida cambia por completo.  El sacrificio requiere de deseo y de esfuerzo, pero lo más importante del sacrificio no es lo que obtenemos al final.  Cuando vivimos por el principio del deseo, lo importante es lo que vamos a tener.  Cuando vivimos por el principio del esfuerzo, el valor de lo que recibimos va a depender, no de lo que vale algo, sino del esfuerzo que se le ponga a algo.  El deseo pone el valor en lo que quieres; el esfuerzo, en tus fuerzas; mientras que el sacrificio no busca el valor en ninguna de estas cosas.  El sacrificio conlleva deseo, conlleva esfuerzo, pero el final no se trata de lo que vas a obtener, sino de lo que sale de ti, al momento de sacrificar.  Cuando tú encuentras algo o alguien que es objeto de tu amor, y aprendes a sacrificar, te das cuenta de todo lo que estás dispuesto a hacer y lo que sale de ti, que de otra manera no saldría. 

Lo grande de los sacrificios es, no lo que los otros ven, no lo que los otros admiran, sino lo que otros no saben que hacemos para alcanzar lo que alcanzamos.  Lo grande es la disposición, quizás, a pasar largas horas sin dormir, la disposición a hacer unos esfuerzos extremos, simplemente, porque el objeto de nuestro amor es tan grande, que lleva a sacar de ti, algo que nadie más puede sacar. 

Hay lugares, y hay gente, que han sacado lo peor de ti; pero, cuando logras encontrar el verdadero objeto de tu amor, tu vida cambia para siempre.  Lo grande del sacrificio no es obtener un resultado, sino ver en ti lo que eres capaz de hacer, una vez alcanzas ese nivel de sacrificio.  El desafío es amar de manera tan poderosa que te lleve a ti a sacrificar. 

Lamentablemente, a través de la vida cristiana, se han levantado pensamientos como que Dios no quiere sacrificios.  En Oseas 6, dice que Dios quiere misericordia, y no sacrificio.  Entonces, se toma la vida cristiana a la ligera, donde nada nos cuesta mucho.  Los más estudiosos, te dicen que el sacrificio de Cristo, culmina todos los sacrificios.  Y, si bien es cierto que Jesucristo dio muchas cosas por gracia, también es cierto que pidió que lleváramos la cruz, que nos esforzáramos.  Él dijo, a sus discípulos: Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.  (Mateo 19:29) 

No podemos expresar verdadero amor, si no hay un sacrificio.  Cuando Dios dice que él no quiere sacrificios, él se está refiriendo a hacer las cosas sin el corazón correcto.  Tú no impresionas a Dios, haciendo algo por hacerlo, porque Dios conoce tu corazón.  El hecho de que la iglesia reciba tu ofrenda, no quiere decir que Dios la recibió.  Tu milagro no está en que la iglesia reciba una ofrenda, sino en que Dios la reciba.  El poder para que Dios reciba tu sacrificio no está en el acto únicamente de dar, sino en el corazón con el que se hace el acto. 

El desafío más grande que puedes hacer es comenzar a vivir esa vida de sacrificio, retando tu mente, tus gustos, tus deseos.  Esfuérzate, y ten siempre un corazón correcto delante de Dios, sabiendo que Dios lo aprecia, que él ve tu corazón y el trabajo que estás haciendo.  Jesús vio el esfuerzo de aquella viuda que, con esfuerzo, estaba dando aquellas dos pequeñas monedas, pero lo grande de aquello era el corazón con el que las estaba dando.  El Señor siempre está mirando; él sabe lo que puedes y no puedes hacer; él sabe si lo estás haciendo con el corazón correcto. 

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Jueves, 14 de Julio de 2016

Código del Programa: DP-05A