17 Oct Paz en tus Relaciones

“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro…  ¹⁹ Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.”  Juan 20:1, 19 

Jesús dijo que, si cuando tú vas al altar, te acordaras que tienes algo contra tu hermano, dejes allí tu ofrenda, y vayas primero y te arregles con tu hermano, y entonces vayas y presentes tu ofrenda.  Si vemos estas palabras en contexto, Jesús estaba trabajando con dos problemas de relaciones humanas: El perdón hacia nuestro prójimo, y cómo trabajar con nuestros adversarios.

Muchas veces, no entendemos que todo lo que hacemos es en dos niveles: Espiritual, y natural.  En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel tenía que pelear contra los amalecitas, mientras Moisés se paraba en el monte y levantaba las manos, Josué tenía victoria en el valle; cuando Moisés bajaba las manos, Josué era derrotado.  La batalla se peleaba en el monte y en el valle.  Nuestras batallas se pelean en lo espiritual y en lo natural.

No hay tal cosa como únicamente orar por un problema.  Hay que orar por el problema, y hacer algo mientras oramos.  Se tiene que hacer en los dos niveles.  Lo mismo pasa con tu ofrenda.  Tienes que entregarla físicamente y tienes que presentarla a Dios.  Jesús nos muestra que, para que tu ofrenda sea presentable ante él, tienes que tener una relación correcta con tus hermanos y con tus adversarios.  Todo lo que hagas ante Dios, tendrá valor, si has hecho lo necesario para arreglarte con tu prójimo y con tu adversario.

Jacob, en el momento más duro de su vida, los cielos se abrieron sobre él, y Dios le prometió prosperarle, bendecirle, le prometió tierra, posesiones.  Cuando Jacob despierta, dice: Esto es casa de Dios, y puerta del cielo.  Y entonces Jacob hace una promesa: Si Dios me da paz para comer, y vestido para vestir, y va conmigo en este camino, y me trae en paz a casa de mi padre, el diezmo apartaré para él.  Lo que a Jacob le interesaba era tener paz con su familia.  El quería aquella prosperidad que Dios le había prometido, pero cuando terminaran sus días, quería terminar en paz con Esaú, porque el lugar en que se encontraba era precisamente por una pelea con su hermano.  Jacob sabía que de nada servía que Dios hiciera grandes cosas con él, si no había paz en sus relaciones.

Cuando nuestro Señor Jesucristo resucita, lo primero que hace ese primer día de la semana, fue ir a encontrarse en el lugar donde estaban sus discípulos.  Pudiéramos pensar que lo primero que Jesús iba a hacer era ir al Padre, pero cuando Jesús resucita, lo primero que hizo fue congregarse.  Tomás no estaba allí, y Jesús no se le apareció a Tomás individualmente.  Jesús se le aparece a Tomás cuando, una semana después, el primer día de la semana siguiente, Tomás aparece en la iglesia, y allí aparece Jesús, donde estaban todos reunidos.  Todas las apariciones de nuestro Señor Jesucristo, registradas en la Biblia luego de él resucitar, nunca le ocurren a una persona individual.  Jesús se apareció a grupos, donde había dos o más.

Una de las cosas que se hacía el primer día de la semana era ir a la congregación y partir el pan, tomar la cena del Señor.  El mismo Jesús le da importancia al aspecto de congregarnos.  ¿Por qué es tan importante este principio de congregarnos, y el de arreglar nuestras relaciones con nuestros hermanos y adversarios?  Porque lo más que el enemigo va a tratar de hacer, en un momento dado de tu vida, es tratar de lograr que tú dejes de congregarte.

Dios puede tener una relación individual contigo, pero hay algo que ocurre en tu vida, cuando eres capaz de congregarte.  La batalla más grande del enemigo es separarte del lugar al que Dios te ha unido.  Va a tratar, por todos los medios, que pierdas la fe en la gente, que tengas problemas con alguien.  Muchos, dejan de congregarse porque otro lo ofende, porque alguien comete una falta; y la idea principal es que te separes de la congregación.

La razón por la que Tomás estuvo un tiempo de que Jesús hubiera resucitado, era porque no había ido al servicio el primer día de la semana.  Si el enemigo logra separarte, si logra que dejes de congregarte, si logra que el congregarte deje de ser prioridad en tu vida, sacará de orden el resto de las cosas.  

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Lunes, 17 de Octubre de 2016

Código del Programa: PP-10A